Se habla siempre de la necesidad de tener respeto a las instituciones y esto evidentemente es cierto, pero lo que a veces no se distingue es entre las instituciones y quienes ocupan puestos en ellas.
Por ejemplo, no hay duda que hay que respetar a la Justicia pero los jueces tienen que ganarse el respeto por su trabajo y forma de ejercerlo. Es cierto que muchos jueces se ganan este respeto, pero hay otros que no.
No basta ponerse una toga y collares, o un uniforme y medallas, para que tengamos que sentir respeto por estas personas si ellas no se esfuerzan en ganarlo. Así hemos visto una serie de veredictos sobre violencia sexual que nos hacen sentir avergonzados y cuyos autores por mucha toga que lleven no se merecen ningún respeto.
La judicatura en vez de pedir ese respeto amparándose en la institución, deberían intentar limpiar la institución de quienes no se ganan el respeto.
En política es lo mismo. Quienes critican al oponente a base de insultos personales y mentiras no merecen ostentar los puestos que tienen y sería de desear una seria limpieza de estas personas en puestos públicos. Por desgracia, cada vez abundan más esos políticos lenguaraces y cada vez hay menos que se ganen el respeto de los ciudadanos.
Precisamente estos días pasados murió un político que fue un ejemplo de conducta y uno de los políticos más respetados en Estados Unidos. Se trata del senador John McCain. Un hombre con quien tenía muy pocas opiniones políticas en común, pero que siempre tuvo todo mi respeto.
John McCain procede de familia de militares y como tal empezó su carrera en la Armada. Participó en la guerra de Vietnam y en 1967 fue capturado. Más de cinco largos años pasó en prisión, fue torturado y maltratado, pero él nunca perdió esa firmeza que siempre le ha caracterizado. Fue liberado en 1973 después de la firma de la Paz de París. Una vez devuelto a los Estados Unidos, intentó seguir su carrera en la Armada pero las consecuencias de las heridas sufridas en cautiverio impidieron una carrera normal en este cuerpo. Fue en 1981 cuando entró en la política dentro del Partido Republicano y en 1986 fue elegido al Senado por el estado de Arizona.
En los 32 años que pasó en el Senado mostró claramente su enérgica personalidad y su capacidad de enfrentarse con cualquier poder que afectara a su postura ética. Bastantes veces votó en contra de su partido si no creía que lo propuesto era correcto. En muchos aspectos puso por delante los intereses de los ciudadanos al interés de su partido. Con esta actitud se ganó el respecto de todos, conservadores y progresistas.
En 2008 fue el candidato presidencial por el Partido Republicano y se enfrentó a Obama. Como ya sabemos McCain perdió las elecciones.
Pero hubo una anécdota durante la campaña que refleja el carácter de McCain. En un meeting electoral una mujer le dijo: "No creo que pueda fiarme de Obama. El no es... él es un árabe". McCain le respondió: "No señora, es un ciudadano decente y un hombre de familia. Lo que pasa es que tenemos desacuerdos en asuntos fundamentales y eso es el motivo de esta campaña".
Naturalmente con Trump ha tenido muchos desacuerdos y McCain se enfrentó con él en más de una ocasión. En 2017, cuando Trump presentó una ley para cargarse el sistema de seguridad social que había iniciado Obama, McCain fue al Senado a votar en contra cuando solo llevaba dos semanas de una operación, con la clara cicatriz en la frente, y nueve días después de haber anunciado que tenía cáncer.
Trump también mostró su estilo rastrero cuando hizo una critica de él en un meeting durante su proceso electoral. Trump dijo: "Es un héroe de la guerra porque lo capturaron, pero a mi me gusta la gente que no se deja capturar". Dos personas y dos anécdotas que las retratan.
En los últimos meses de su vida siguió yendo al Senado. Debido al cáncer y a su tratamiento lo llevaban en silla de ruedas, pero a pesar del cáncer McCain siguió en su puesto ganándose el respeto de todos. Descanse en paz.