Pasaron unas elecciones pero se vienen encima otras. Es difícil saber cuando estamos en campaña, en pre-campaña o en post-campaña, los políticos siguen enzarzados en críticas e insultos. He pasado bastante vergüenza en la fase pasada de campaña. El estilo y las formas no han sido lo que se espera de un país democrático.
Los llamados debates fueron la culminación de la falta de estilo de algunos de los políticos. Debatir implica poner un tema que sea importante para el país sobre la mesa y cada uno de los candidatos da su perspectiva de como enfocarlo en caso de que gobierne y naturalmente critica los planes de sus oponentes. Poco o muy poco de eso vimos. Curiosamente fue Iglesias quien se comportó de forma más correcta. Dominaron los insultos y mentiras que se emitieron con toda impunidad. Un nivel muy bajo para quienes pretenden gobernarnos.
Una de las cualidades que más se solía apreciar en los políticos era su habilidad oratoria y capacidad para el debate. En algunos países, se practica el debate a nivel de estudiantes de universidad, pero en España no parece que sea así y quedó bastante demostrado en estas elecciones.
Es curioso que la mayoría de los medios de comunicación tampoco se dedican a señalar y dejar claros quien mintió y que mentiras dijo cada uno. Sería bueno que llevaran la contabilidad y hicieran enfrentar a quienes mienten con sus mentiras.
El periódico «Washington Post» da un «pinocho» por cada mentira o comentario equívoco a los correspondientes políticos responsables de ellos. Esta semana precisamente Trump ha superado los 10.000 pinochos, todo un record difícil de batir. El 3 de mayo y después de 828 días en el gobierno llegaba a la cifra de 10.111 pinochos. Además Trump se ha ido superando. En los primeros cien días salía a 5 mentiras por día, pero en los últimos meses ha llegado a casi 23 por día. Hay que ser un experto para conseguir estas cifras. No iría mal que algunos medios de comunicación de España llevaran también las cuentas al menos de los dirigentes de los partido políticos. Sería un forma de evaluarlos, en particular durante los llamados debates.
El trabajo de jefe de gobierno es uno de los pocos trabajos profesionales que no tiene requerimientos de profesionalidad, ni estudios ni preparación hacen falta. Nada está regulado sobre ello, pero si hay regulación de las elecciones y como suele ser típico en España, se regulan cosas que no parece que tenga mucho sentido. En Madrid se vive una de estas situaciones. La alcaldesa de Madrid se presenta a las próximas elecciones, pero según la Junta Electoral no puede participar en los debates oficiales para la alcaldía ni puede tener propaganda en televisiones. Una situación que debe ser única en la historia de la democracia, el que una persona ocupando un cargo político por elección popular no se le permita participar en los debates electorales. El caso de Carmena y también de Iñigo Errejón son una clara demostración de una regulación sin sentido. A esto se ha añadido la prohibición de presentarse a las elecciones europeas a Puigdemont y un par de personas de su equipo. Con esas regulaciones, todo se pasa a los tribunales y como siempre tenemos la política mezclada con las cuestiones judiciales.
No hay duda de que las elecciones necesitan un mínimo de regulación, pero no hay que pasarse. El que se limite el periodo electoral es algo positivo. En Estados Unidos en que no existe ese limite estamos últimamente en continuo periodo electoral Al día siguiente de las elecciones del pasado noviembre ya empezó la propaganda para las del noviembre de 2020. Cada día recibo más de 30 correos electrónicos pidiendo dinero para los programas de diferentes candidatos, ya hay 22 demócratas que se preparan para las elecciones presidenciales y quieren derrotar a Trump. Ese continuo estado electoral paraliza muchas actividades de gobierno.
Esperemos que en España se revisen y simplifiquen las regulaciones y que aumente el nivel de competencia de los candidatos.