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¿Patriotas o carotas?

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Cuando hice la mili, allá por el final de la quinta glaciación, un sargento de mi compañía gustaba de subir la moral de la tropa con una peculiar arenga que aún recuerdo: «esta compañía va bien, no hemos encontrado ningún cobarde».

Hoy, cualquier observador de la realidad política podría parafrasear, apesadumbrado, «este país va de culo: no hemos encontrado ningún patriota». Aunque quizás sí exista un patriota dentro del elenco de nuestros amados líderes (antes casta), pero resulta que aunque de apellido catalán es francés el muy travieso.

No es que yo pueda o quiera dar lecciones de patriotismo a nadie; soy de la opinión de que hay más diferencias de todo tipo (ideológicas, de costumbres, de forma de ver el mundo) entre un barrendero catalán y su actual president/marioneta, que entre un directivo sevillano del IBEX y otro gallego, francés o alemán con cargos ejecutivos en cualquier multinacional (si no, observad el desarrollo de la boda de alguno de los hijos de estos personajes y comparar similitudes y diferencias). Soy pues de los que sostienen que aquello que con más firmeza aglutina a las personas no es tanto el territorio que habitan cuanto la pulsión por defender privilegios (por cierto incluso el barrendero defenderá sus menguantes privilegios, que nacen de la comparación de su status con el de los que los que van llegando en patera).

No soy por tanto la persona indicada para hablar de patriotismo, pero sí creo estar en mi derecho de afear la conducta de los amados líderes que pasean la palabra patria -o pueblo o país- todo el día por los micrófonos pero luego se comportan de manera indigna, limitándose a repartir codazos, situando los intereses nacionales (los de España, los de Catalunya o los de la madre que los trajo) muy por detrás del yo/mi/me/conmigo. Además los hay tan cutres como para criticar al único político (Valls) que parece ser consecuente con sus manifestadas prioridades sobre un interés superior.

El patriotismo, por ejemplo de Ciudadanos, ¿en qué consiste? Las inverosímiles justificaciones que se ve obligado a diseñar y repetir por triplicado para justificar el daño que hace a España su actitud de bloqueo se parecen cada vez más a las patéticas explicaciones de Cospedal referidas al contrato en diferido de Bárcenas.

¿Y el patriotismo de Rufián, Torra y compañía? Rufián, estrenando look y maneras de hombre de estado (imitando en esto al excepcional dramaturgo Iglesias), que yo sepa no ha hecho otra cosa tangible hasta la fecha que performances de adolescente rebelde de salón carentes por otra parte del menor glamour. Y Torra, ese muermete de hombre, ¿qué hace por su patria? No creo que sea un camino ideal intentar construir una país sobre el cimiento de la mentira. Y eso es lo que hace. Cabría preguntarle, si insiste en tomarnos por imbéciles, por qué no están él y Rufián en la cárcel siendo así que España encarcela a la gente por sus ideas políticas, curiosamente las mismas ideas que defienden ellos en público, a pecho descubierto, cuando no incluso ante el mismísimo tribunal supremo. (¿Habrán comprado quizás a los jueces, o a los políticos que -según parecen creer- manipulan a los jueces, para que a ellos no les metan en la cárcel por sus ideas independentistas?).

De la conjunción astral PP/ Vox ni hablemos (el patriotismo tipo NODO, pero sin la nota folclórica de coros y danzas tira para atrás).

Resumiendo: poco patriota, demasiado caradura.

Puedo confesar y confieso que estoy hasta las mismísimas narices de contribuir con mi esfuerzo (vía impuestos) a subvencionar una clase política que cada vez se parece más a un agente parásito que a uno protector. Es una lástima que quienes recibieron el encargo de administrar la finca no hayan dedicado sus cuestionables talentos a buscar un empleo productivo, o si me apuran, para montar una empresa y comprobar lo entretenido que resulta ser autónomo. Desafortunadamente eligen usar su talento medrador en el miserable arte de marear la perdiz, en repetir dictados que ofenden la inteligencia o en hacer ellos mismos lo que criticaron con pasión en los otros.

Planazo.

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