Hace un par de meses hablaba aquí de la incertidumbre que se nos abría en Estados Unidos después de las elecciones presidenciales. Incertidumbre potenciada por la actitud de Trump de no aceptar los resultados electorales. Desde entonces hemos tenido toda clase de comportamientos antidemocráticos por su parte. Ha habido indultos para todos sus amigos y colaboradores en las trampas de su primera elección, venta de terrenos en Parques Nacional a compañías petroleras para hacer fracking, eliminar a todos los que estaban en puestos de gobierno y que no eran absolutamente fieles, y sobre todo mentir. Total una vergüenza para la democracia de este país.
Pero claro la incertidumbre no se basaba en estas actitudes, sino en todos los rumores que había sobre si proclamaba la ley marcial para impedir la toma de posesión de Biden y el auto indultarse por todos los crimes que ha cometido. La cosa llegó a su pico con los sucesos del día 6 de Enero. Esta fue la primera crisis.
La tarde del 6 de Enero fue muy dura para quienes vivimos en Estados Unidos y en particular en Tennessee, tierra de Trump. Ya tuvimos un susto el día de Navidad con el coche que explotó ante el edificio de AT&T en la capital del estado, Nashville. Nos quedamos sin teléfonos un par de días y en algunos lugares sin internet. El problema era que no se sabía la razón de la explosión y temíamos que estuviera relacionado con los grupos pro-Trump.
Durante las semanas antes del 6 ya corrían por internet planes para asaltar el Congreso y raptar e incluso matar a algunos congresistas. A pesar de estas amenazas y de que Trump convocara en Washington DC un meeting de sus partidarios a la vez que se reunía el Congreso para certificar la elección de Biden, no parece que se tomara en DC ninguna medida de seguridad especial.
Desde el ataque terrorista del 11 de Septiembre en Nueva York, las fuerza de seguridad aumentaron sus medidas de control en todos los puntos claves del país. Por eso fue muy sorprendente que cuando Trump incitó a sus seguidores a invadir el Congreso, la policía del Congreso no estuviera mínimamente preparada para protegerlo y dejaran entrar a toda la gente sin detener a nadie. Los miembros del Congreso, trabajadores y periodistas se tuvieron que refugiar en los sótanos mientras los invasores paseaban a sus anchas por las salas y despachos del Congreso. Incluso se vieron en algunos momento policías haciéndose selfies con los invasores.
La situación duró varias horas, estos fueron los momento de mayor ansiedad y si lo fueron para mi, como debían ser para los atrapados en el Congreso. Me parecía volver al 23 F, cuando durante horas no supinos el resultado del golpe. En DC no aparecían más fuerzas de seguridad, no sabíamos de que lado estaba el ejercito, ni si en aquel momento aprovecharía Trump para invocar la ley marcial.
El primer político en dirigirse a los ciudadanos fue Biden, salió en televisión a exigir a Trump que dijera e hiciera algo. Pero no fue hasta pasada más de cinco horas que empezaron a llegar fuerzas de la Guardia Nacional para despejar el Congreso. Fue más o menos a la vez que salió Trump a pedir a los invasores que se fueran a su casa, pero recalcó que los quería mucho.
La tensión se fue rebajando a partir de entonces. Uno de los dirigentes de los manifestantes al disolverse les dijo que fueran a las estaciones de televisión de NBC y CNN para atacar a los periodistas, incluso amenazó de muerte a alguno de los periodistas.
Durante todo el tiempo que duró la ocupación del Congreso, los periodistas continuaron informando, algunos desde los sótanos donde estaban encerrados y otros desde fuera donde eran amenazados por los manifestantes. Todos se comportaron con valentía y profesionalidad.
Aun no hay nada claro sobre las responsabilidades de las autoridades en esa acción violenta que acabó con cinco muertos. Bueno, para Trump y sus allegados son los antifascistas los culpables. Ahora seguimos con la incertidumbre. ¿Cual será la próxima crisis que nos prepara Trump?