La remodelación del Gobierno de Pedro Sánchez, que afectó únicamente a los ministerios controlados por el PSOE, ha vuelto a evidenciar la dolorosa falta de confianza y sintonía política entre Balears y La Moncloa.
La incorporación de siete nuevos ministros socialistas al Ejecutivo formado por PSOE y Podemos no ha implicado la entrada, no ya de un ministro, sino de ningún alto cargo de Balears. Ni secretarios de Estado ni directores generales.
La ausencia de Balears en los ámbitos de decisión del Gobierno central se registra tanto en los 17 ministerios de PSOE como en los cinco de Podemos. Con un Gobierno de 22 carteras esta clamorosa carencia debe tener sus causas y motivos.
Desde el Consolat de Mar y el PSIB-PSOE calificaron de «éxito» el nombramiento, en junio de 2018, de la mallorquina Bel Oliver como secretaria de Estado de Turismo, pero callaron cuando fue cesada en julio de 2020. Era el único cargo relevante de estas Islas en el Gobierno de Pedro Sánchez. Su caída debilitó al PSOE balear y perjudicó a Francina Armengol, principal valedora de la designación de Oliver. Fue relevada por Fernando Valdés, que a punto estuvo de participar en el Foro Illa del Rei de este año.
Además de Bel Oliver, otras dos mujeres del PSIB-PSOE han salido del Gobierno Sánchez: Carmen Orte, que en enero de 2019 dimitió como directora general del Imserso para «dedicar todo mi esfuerzo a ganar las autonómicas de mayo». Y en febrero de 2020 Aina Calvo dejó la Agencia Española de Cooperación Internacional y para el Desarrollo al ser nombrada delegada del Gobierno en Balears.
Pero siempre nos quedará Marc Pons. Hoy, como jefe de gabinete de la ministra Teresa Ribera, es el político de Balears con el cargo más alto en el Gobierno de Pedro Sánchez. ¿Ejerce Pons las funciones de interlocutor de Balears en el Gobierno central? ¿Es el hombre de confianza de Armengol en Madrid?