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Crítica es libertad

Madrid – Barcelona

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Madrid, viernes 4 de febrero: Cenamos con unos buenos amigos catalanes que, como nosotros, están de paso por la ciudad por motivos profesionales. Nos acompañan nuestras respectivas mujeres. Nos citan en pleno barrio de Salamanca, en el restaurante ‘Castizo' cuyo nombre ya indica que tipo de comida podemos esperar.

Cuando llegamos el local está lleno con las mesas separadas a la distancia que impone la normativa vigente.

No se divisa ningún niñe ni ejemplar alguno de la podemia y tampoco se ve a nadie similar a Adriana Lastra lo que, la verdad, nos tranquiliza. Tampoco detectamos a ningún diputado del PP de esos que dicen liarse al votar telemáticamente. Quien sí está presente en una mesa cercana es el actual vicesecretario de Comunicación    del PP, Pablo Montesinos, ese encargado de parar y desviar las críticas contra su líder Casado, que lo está con su mujer Isabel Torres. El ex periodista parece ajeno al lío que acaba de montar uno de los suyos en el Congreso mientras departe tranquilamente con su acompañante y otra pareja.

Uno de nuestros amigos es médico y el otro abogado y ambos soportan sólidas responsabilidades en sus respectivos campos profesionales. Los dos coinciden al sostener que Cataluña se hunde de forma irremediable.

Muy conectados con la realidad social, económica y profesional, y uno de ellos habiendo ocupado un alto cargo político en un gobierno convergente, lamentan la decadencia de la región donde viven. Me sumo a ellos.

Lo demuestran las estadísticas: en los últimos dos años más de 7.700 pequeñas, medianas y grandes empresas han abandonado la tierra catalana mientras el nivel de inversión extranjera ha cedido ante el fulgurante ascenso de Madrid. Reconocen que la sociedad está dividida y que de momento no hay visos de poder superar esta situación. Culpan en parte a los medios de comunicación que esconden la verdad de la situación y siguen permitiendo y alentando la ensoñación de una parte de la población con esperanzas imposibles. Ambos también coinciden en que quien primero ‘montó el pollo' fue Artur Mas que finalmente parece ser que se irá de rositas. Después los fracasados y ridículos intentos de secesión y la negligente gestión de la pandemia han destrozado la región.

Por otra parte todos alabamos el dinamismo de Madrid y los aciertos de su gobierno autonómico el enfrentarse a la pandemia. Mientras en Cataluña lo basaron en el abuso de la prohibición generalizada, en Madrid contrariamente, una política liberal, basó su respuesta al virus en el binomio protección-desarrollo. Y así Ayuso bajó impuestos e incentivó y apoyó la actividad económica hasta el punto de decretar que cualquier autónomo o empresa que estuviera de alta fiscal en cualquier región española podía, si lo quisiera, trasladar su sede en Madrid sin más cortapisas ni autorizaciones o impedimentos.

Y ya se ve: la inmigración profesional está siendo masiva (entre ellos multitud de jóvenes emprendedores catalanes) porque la gente con iniciativa se ubica donde le proponen las mejores condiciones para el desarrollo de sus proyectos. Nunca donde les imponen absurdas condiciones ideológicas.

Uno de los segmentos catalanes que más ha notado el duopolio letal formado por la política y la pandemia ha sido el sector hotelero, y con especial hincapié el de la restauración. Mientras en Madrid se ha reabierto el Ritz, se inauguró el Four Seasons y se anuncian próximas inauguraciones, en Barcelona se detecta una crisis de alto voltaje. Pero donde la decadencia se evidencia es en la restauración. Hace unos meses tuvo que cerrar la cadena conocida como ‘El Barri' (por estar centrada en el Paralelo). Formada por cinco rutilantes estrellas de la gastronomía: Tickets, Hoja Santa, Bodega 1900, Pakta y Enigma, sus propietarios los hermanos Iglesias junto al    afamado Albert Adrià no pudieran aguantar el chubasco económico que desató aquel duopolio. Lo que alguien llamó el ‘Silicón Valley de la cocina' finalmente naufragó.

Según un informe del Gremi de Hosteleros de Barcelona: «Los bares y restaurantes    catalanes han abierto un 60% menos de horas que los madrileños (en tiempos de pandemia). Madrid ha sido capaz de detener la hemorragia económica …. En Cataluña el sector se ha dejado 23.000 puestos de trabajo…»

Nuestros amigos creen que Barcelona es hoy una ciudad deprimida habitada por gentes tristes que no entienden la decadencia de la ciudad que en los años setenta se había convertido en centro de la modernidad y de la cultura libre, libertaria y alejada de ideologías y subvenciones. Aquella ciudad que con los Juegos Olímpicos del 92 explosionó e impresionó al mundo.

Después la historia es conocida: el sector social mas recalcitrante aliado con la burguesía decadente, fenicia y depredadora, siempre cercana al poder, corrompió el espíritu más liberal e internacionalista de la urbe para entrar en una época triste, endogámica y cerrada que todavía dirige hoy su situación política.

La repercusión del ‘Procés' en el mundo vino de la mano del Barça de Messi y de la gastronomía que expandió El Bulli por las calles de Barcelona. Pero todo eso ya acabó. Cuanto antes comience una nueva etapa antes se recuperará la querida ciudad.

NOTAS:

1- ¿Cuándo dimitirá el responsable del despilfarro de las bengalas talayóticas? Es un clarísimo robo al pueblo.   

2- La subvención es una forma de corrupción al comprar el silencio cómplice de los agraciados por la limosna.

3- El vuelo Madrid-Menorca del domingo noche sufrió overbooking. Algunos nos quedamos sin poder volar.

4- Fuentes del PP madrileño nos reconocen el auténtico pánico que se tiene a Vox. Se verá el domingo 13.

5- Este verano los coches de alquiler serán un bien preciado. No habrán más porque no se pueden comprar.

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