Hace unos días, el diario «The Economist» publicó unos resultados sobre el llamado índice de democracia de los diferentes países del mundo. A cada país le dan una puntuación entre 0 y 10 que resulta de evaluar diferentes aspectos de los gobiernos y que dan una medida del nivel de democracia del país. Claro, esto es algo muy difícil de evaluar, pero este índice permite ver cómo se pueden comparar los distintos países desde esta perspectiva.
Esta vez en el análisis de nivel democrático, España no ha salido bien, su puntuación, 7.94, está por debajo de 8 que es el mínimo para considerarse «democracia plena.» España está en el grupo calificado como de «democracias defectuosas.» La razón básica por esa clasificación es la falta de renovación del poder judicial, cosa que no es sorprendente ya que llevamos varios años con esta renovación paralizada. Al Sr. Casado no le interesa renovar mientras sigan tantos juicios pendientes sobre el PP. Quiere mantener a los jueces que le son fieles. También menciona el informe de «The Economist» los numerosos casos de corrupción que existen en este país.
El resultado no es sorprendente. Ya hemos visto en muchos casos la politización de los niveles altos judiciales. Los ejemplos han sido numerosos, uno podría citar el caso de la Sra. Cifuentes como ejemplo. Se dio la orden de cambiar las notas del su máster desde el gobierno de la Comunidad de Madrid a la Universidad Juan Carlos I. Se castiga con años de cárcel a la secretaria de Cifuentes y a la oficinista de la Universidad que hizo los cambios y Cifuentes sale libre. Otro ejemplo sería el de declarar como rebeldía la actuación de los independentistas de Cataluña. Este cargo ha sido negado en varios países europeos como Bélgica, Alemania e Italia.
Otro aspecto que me parece muestra también lo defectuosa que es la democracia en España es la forma en que se hacen las votaciones en el Congreso. El día que se aprobó la ley de reforma laboral, tres diputados votaron en contra de la línea de sus partidos, lo que ha ocasionado gran revuelo. Después siguió la votación de la ley contra el acoso antiabortista. En el último momento, los diputados del PP recibieron orden de la Secretaria General del Grupo parlamentario, Isabel Borrego, quien por error les dijo votar sí, y así lo hicieron 79 diputados a pesar de estar en contra de esta ley. ¿De qué sirve tener 350 diputados si todos tienen que votar lo que dice el partido? Con 19 diputados, uno por partido bastaría, y nos ahorraríamos millones. Pero lo peor no es el gasto, sino que no puedan los diputados ejercer su criterio sobre las leyes. No votan por lo que pueda ser bueno para los ciudadanos, sino por el interés político del partido. ¿Es eso democracia?
2 Es curioso que entre los cinco países con índice democrático más alto y de plena democracia, Noruega, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia y Islandia, cuatro estén gobernados por mujeres. No creo que eso sea casualidad. Primero, eso indica que en estos países existe una cultura de igualdad entre hombres y mujeres, por tanto una cultura democrática, que no existe en otros países. También indica que estas mujeres no han usado el poder para reducir la democracia. En España, ciertamente esa cultura de igualdad aun no está del todo desarrollada. Ninguna mujer ha llegado a primera ministra.
Ahora ha habido una lucha a muerte entre Pablo Casado y Ayuso, una lucha que por su carácter y forma de actuar muestra otra lacra de nuestra falta de democracia. El comportamiento que demuestran no es propio de partidos democráticos. Pero hay algo aun más curioso en ello, Ayuso es la tercera mujer que desde la plataforma de la Comunidad de Madrid ha aspirado al liderazgo del PP. A las tres ha sido su propio partido el que les saca algo sucio para cargárselas. Dos cayeron por el fuego amigo, en el caso de Ayuso parece que a Casado el tiro le salió por la culata.
En resumen, mucho hay que trabajar en España para conseguir que sea democracia plena.