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Sin flash

Viejas relaciones

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De vez en cuando, hojeo un libro de bolsillo viejo y desvencijado por el uso que me compré hace años. Lo releo una y otra vez y nunca me canso. Ahora una frase, otro día otra… me da qué pensar y disfruto siempre que vuelvo a sus páginas sin periodicidad fija, casi por azar. En su primera página tiene una pegatina que pone: Librería Cabo Creus (ya no existe), Avda. Sarriá, 40. Precio: 100 (por supuesto, pesetas). No está lustroso como antes, recién salido de la imprenta, pero yo tampoco.

Supongo que con los libros podemos establecer una relación muy personal, como cuando nos encariñamos con alguien que nos gusta. A medida que lo vamos conociendo o tratando puede cansarnos, decepcionarnos y nos distanciamos, o podemos llegar a amarlo y que pase a formar parte de nuestra vida con total naturalidad. La fidelidad nos lleva a releer. Puede que el texto no cambie pero nosotros sí. Compañeros de viaje, podríamos estar años sin vernos y conversar, pero siempre queda aquella relación de amistad y confianza. Nos necesitamos el uno al otro. Sin mis ojos es poca cosa. Se queda mudito. Pero le estoy agradecido, para qué lo voy a negar. Me trae recuerdos, me habla, me enseña… ¿Acaso tenemos amigos comunes? Me resisto a comprar una edición nueva. Nunca ha sido un best seller pero lo aprecio a pesar de todo. Me gusta que sea profundo, claro, sincero. Siempre me da ideas y me acompaña cuando estoy solo. Parece magia. Abracadabra.

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