Mehmet Murat Ildan, un dramaturgo turco nacido en 1965, dijo alguna vez: «Si buscas la verdad, sal de tu cueva». Qué curioso, que lo que dicen algunos quede escrito en alguna parte, a lo mejor para siempre. Sin embargo, lo de las cuevas es aún más curioso. En Mallorca son muy famosas las cuevas del Drach, en Porto Cristo, cuatro grandes cuevas de 25 metros de profundidad y más de un kilómetro de longitud. Conservo la imagen de un laúd -un llaüt- navegando iluminado entre las aguas negras del fondo y de las estalactitas y estalagmitas destacadas por luces y sombras como esculturas surrealistas. Por cierto, que en Mallorca hay de todo; está Orient, Betlem, Galilea, etc. No hay que molestarse en viajar a Oriente Medio ni en subir al Calvari, entre otras cosas porque también está en Pollença.
Pero volviendo a las cuevas, en Ciutadella tenemos la Cova de s'Aigua, con mucha menos agua que en las del Drach, pero un agua cristalina donde se ven restos humanos y todo. Está llena de fragmentos cerámicos de la cultura talayótica, de modo que los primitivos ya se cobijaban ahí. Porque muchas cuevas fueron habitáculos entre nosotros hasta la llegada de los romanos, y aun posteriormente. Incluso en los años cincuenta de nuestra era muchos se metían en las cuevas de las calas -por ejemplo las de Macarella- para pasar algún tiempo de esparcimiento -per anar a romandre-, salir a pescar, beber gin como aperitivo y vino con la consecuente paella, y cantar que «el amor es como el vino, quien lo bebe ríe y llora y algo más». Lo interesante era el «algo más». Otra cueva bastante grande es la Cova des Pardals, cerca de Son Xoriguer, en Menorca. Fue utilizada por pescadores y también contrabandistas -estraperlistas.
Pero para hablar de cuevas realmente grandes hay que viajar a Italia, a las cuevas de Frasassi, situadas en la provincia de Ancona. Se trata de una red de cavernas, de las que la primera, La grotta dei Fiume (la gruta del río) fue descubierta en 1948. Luego, en 1971, se descubrió La Grotta Grande del Vento, tan grande que fue llamada Abisso Ancona (Abismo Ancona) que tiene 240 metros de altura y podría albergar a la catedral de Milán, que puede dar cabida hasta a cuarenta mil personas. Cuando vengan los extraterrestres --o cuando estalle la próxima Guerra Mundial-- habrá que buscar refugio en una de estas cuevas y no salir de ella, pese a lo que diga Mehmet Murat Ildan, y entonces será como volver a los orígenes y vivir en un Blade Runner prehistórico.