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Crítica es libertad

Fe y paciencia: El Cairo (y 3)

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Llegados al aeropuerto de El Cairo lo primero es esperar casi una hora a que a la Policía le venga bien escoltarnos a nuestro Hotel de la céntrica Plaza Tahrir, al lado del Nilo. En esta explanada se produjeron las manifestaciones que condujeron a la caída de Mubarak en el 2011 en lo que, a imitación de lo que sucedió en Túnez, se llamó la primavera egipcia. Es la zona Zero de la protesta social y política del país.

Si en todo Egipto existe la sensación de pobreza y caos aquí la realidad que ves la aumenta si cabe a excepción del denominado bario europeo y las zonas donde viven los militares, una casta. Olvídense del caos del tráfico en Milán, Sudamérica, Turquía ‘or wherever'. Aquí el caos son las calles en sí mismas. Solo hay semáforos en una parte del centro de esa grandiosa urbe de casi 23 millones de habitantes, que naturalmente casi nadie respeta, por lo que los coches pasan por donde pueden en un alarde de equilibrismo milagroso. Los pasos de peatones son una especie casi extinguida (los transeúntes atraviesan las calles en medio de los coches sin pudor alguno, como si nada pasara). La tarde que decidimos salir a pasear nos costó lo indecible (casi 20 minutos) poder atravesar una calle aunque a nuestro lado la gente (una madre con su hijo a cuestas) pasaba entre los coches como si fuera lo más normal. Y allí lo es. Nosotros no estamos preparados para esas cosas.

Nuestro guía nos explica que Mubarak organizó una comisión de expertos en varias disciplinas para modernizar y organizar una ciudad tan inmensa (que junto con Alejandría forman una extensión terrorífica que abarca todo el inmenso Delta del Nilo). Se construyeron dos circunvalaciones, nuevos barrios, se mejoró la red de metro y se decidió la construcción de una nueva ciudad cerca de Suez que será la nueva capital administrativa.

En El Cairo hay que visitar cuatro lugares imprescindibles. El primero es la meseta de Giza, muy próxima a la ciudad, donde se levantan las famosas pirámides de Keops, Kefren y Micerinos. Todas ellas custodiadas por la no menos conocida Esfinge de Giza y por donde puedes cabalgar sobre un parsimonioso camello o perderte entre tantos restos por allí esparcidos. Aquí la historia te come y te engulle. Tocar lo que has visto tantas veces en imágenes es una sensación que te impregna de curiosidad y emoción.

Otra visita obligada es el Museo Egipcio, centro mundial (junto a París) donde se guardan las más conocidas obras de sus faraones y reyes de hace tres y cuatro mil años. La visión de los tesoros de la tumba de Tutankamen justifican su fama. También es interesante visitar la Fortaleza de Saladino, ese héroe que unificó tantos países árabes, junto a la Mezquita de Alabastro. Finalmente uno puede sorprenderse visitando algunos cementerios donde viven casi un millón de personas. Déjenme explicarlo: A raíz de la guerra del Sinaí entraron en El Cairo cientos de miles de míseros refugiados. El Gobierno no tuvo posibilidad de alojarlos en ninguna dependencia estatal por lo que muchos de ellos no tuvieron otra opción que cobijarse en los panteones de los cementerios. Y ello condujo a un acuerdo: una familia propietaria de una tumba puede autorizar a unos refugiados a permanecer en su panteón a cambio de que eviten que sus muertos recientes sean secuestrados por estudiantes de medicina para sus prácticas médico experimentales. La religión musulmana no permite la profanación de cadáveres por lo que los citados    estudiantes deben de proveerse de forma ilegal de cuerpos para poder practicar. Esta visita a los cementerios forma parte de una excursión nocturna ofrecida a los turistas. Nosotros la rechazamos. La creímos demasiado macabra. Quienes sí fueron nos dijeron que la sensación es terrorífica cuando ves colchones en un rincón de un panteón y un hornillo donde se cocina. La miseria personificada.

En cuanto aterrizas te machacan con que no debes beber agua del grifo ni tampoco atreverte a lavarte los dientes con ella. Solo es aceptable para ducharse. Y únicamente debe beberse agua envasada. Egipto es un país musulmán donde el alcohol está prohibido. Solo puede consumirse en los hoteles. Su cerveza principal es la ‘Stella' y la ‘Sakkara', ambas de graduación moderada. También tienen vino y destilados propios. La comida egipcia está impregnada de cilandro, ese familiar del perejil. Lo utilizan para todo tipo de ensaladas, guisos, etc. La comida fue muy aceptable alternando los legumbres y verduras    con la carne (de pollo, ternera, pato, cordero... todas menos la del animal impuro). Saben cocinar la pasta al dente. Los postres son muy contundentes y los dátiles apetecibles. En Memphis, cerca de Sakara, donde vimos su conocida mastaba, visitamos un bosque de ‘fassers' con dátiles pero en el país los jardines son principalmente secos, el sueño húmedo del GOB.

La última visión que nos dejó el mundo árabe fueron las salas de embarque del aeropuerto que agrupaban a los pasajeros para Jeddah, Riyadh, etc. Casi todas las mujeres llevaban burka negro. Un visión medieval terrorífica.   

Nuestro guía nos explicó que todas las construcciones faraónicas se basaron en la fe y en la paciencia. Por aquí lo llamamos también tenacidad y convicción, eso que siempre ha movido al mundo para conseguir cosas insospechadas. En Mahón lo veremos algún día con el topónimo. Efectivamente hay que tener fe y paciencia.   

Notas:

1- La población de Menorca envejece. ¿Y quién tiene la culpa de que los jóvenes se vayan?

2- Impedir vender tu propiedad a quien quieras, sea español o extranjero, es un paso previo al totalitarismo.

3- Ilegalizar a quienes quieren romper nuestro país es ya ineludible. Ningún país europeo lo consentiría.

4- David Crosby: Gracias por tanta buena música. ‘Casi me corto el pelo...' (C,S.N & Y).

5- ¿Cuándo volverá a abrir el American Bar? ¿Quién lo regentará?

6- Foto testimonio en el Menorca: Una cara enardecida y unos ojos desencajados advirtiendo a Armengol en el Parlament. «Si quieres volver a ser Presidenta tendrás que pasar por nuestro aro...».

7- La obsesión enfermiza por querer imponer una lengua regional a la sanidad nacional es de auténticos chiflados.

8- Todos los españoles tienen el deber de saber el idioma español. Si algún grupito minoritario no lo recuerda debería ser devuelto al colegio para que se reciclara. Ya vale. El español también es nuestra lengua propia.

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