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Te diré cosa

Simplifica, que algo queda

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Permítanme reproducir aquí un párrafo sacado de un artículo de José Cabezas publicado no hace mucho en este diario: «Las personas que dicen que no son de izquierdas ni de derechas son todas fachas hechas y derechas, o fachas a medio hacer».

Por quitarle dramatismo a esa contundente aseveración diré que el contexto de los siempre amenos artículos de este colega columnista suele ser el tono socarrón (en eso coincidimos) y por tanto no habría de tomarse necesariamente la sentencia en su literalidad.

No obstante, y dado que pienso que hay mucha gente que sí está convencida de que dicha frase encierra una verdad incontestable, me animo a compartir mi opinión al respecto.

Si algo he aprendido en mis ya muchos años de búsqueda (tantas veces infructuosa) del sentido, es que la realidad se torna más compleja cuanto más profundizas en su observación. Si aceptamos esta hipótesis como plausible, las simplificaciones facilonas, los etiquetados en cadena y la renuencia (y renuncia) al cuestionamiento de las creencias facilitan la vida del rebaño tanto como ponen en manos del pastor una poderosa herramienta para conducir a las ovejas al matadero (o al mercado), sin que éstas creen demasiados problemas.

No tengo muy claro que para ser coherente sea preciso ser de izquierdas o de derechas. Hay gente que piensa que podemos encontrar tantos idiotas y capullos que se autoperciben de derechas como capullos e idiotas que manifiestan ser de izquierdas.

Personalmente tengo la sensación de que no sabemos de la misa la media de lo que pasa en realidad en el mundo. Muchos de los sucesos importantes que construyen la historia tienen muy posiblemente orígenes distintos a los que explican en el telediario. Quien tiene el poder suele manejar también los mecanismos para escribir los relatos oficiales borrando las huellas de los verdaderos motivos y consecuencias de lo que nos va sucediendo.

Personalmente no encuentro gran diferencia entre Mao, Stalin, Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet, Putin... ¿Son de izquierdas, de derechas? En cierta forma lo encuentro irrelevante. Son pastores. Tienen rebaño y lo utilizan para sus propósitos.

Dar por sentado que el sendero de la izquierda es mucho mejor que el de la derecha es estéticamente más atractivo, pero la historia en esto es tozuda y demuestra que ambas líneas conducen al mal rollo.

Soy partidario de que sea el mérito el principal mecanismo para la movilidad social. Eso me aleja de la derecha, que cree más en el lobby. Soy apasionado fan de la libertad personal. Eso me aleja de la izquierda, que busca más la igualdad (concepto que creo no solamente utópico, por imposible, sino incluso cuestionable por injusto en ciertas circunstancias). No soy aficionado a los nacionalismos (incluido el español). Eso me aleja de la derecha y de muchas izquierdas. Podría llenar un libro con ejemplos de cosas que me alejan de izquierdas y derechas.

Yo soy pues uno de esas personas que declaran no ser de izquierdas ni de derechas. No veo claro que esto me convierta en «facha». De hecho los fascistas eran muy amantes de que el Estado interviniera de manera abusiva en la vida de los individuos. En esto se parecen bastante al socialismo y mucho al podemitismo (ahora sumardismo), cuyo ideal es un Estado gigantesco que se ocupe de llevar al rebaño por la senda que marca su ideología, tenerlos dopados con regalitos (fabricados con la lana que extraen previamente de sus impuestos) y mientras tanto hacer caja, incluida la indemnización por fin de legislatura.

Se me ocurre añadir que gran número de personas que se declaran de izquierdas ven con buenos ojos que sólo a partir de quienes tienen más dinero que ellos paguen más impuestos, pero justo ellos en cambio ya pagan bastante. Gran número de personas que se declaran de derechas están en contra del aborto siempre que no sea su hija quien precisa practicarlo para no cagar su vida.

Podría llenar otro libro con extrañas paradojas como las mencionadas.

Me llena de satisfacción no necesitar hacerlo.

Me basta con intentar pensar por mí mismo sin precisar de etiquetados, consignas ni adscripción tribal.

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