El periodista italiano Mario Calabresi cuenta en «Salir de la noche. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo» su desgarradora experiencia personal como hijo de un comisario de policía asesinado de un tiro por la espalda, cuando él tenía solo dos años. Es un libro conmovedor que, como le enseñó su madre, no busca el odio hacia los asesinos sino relatar el dolor y las experiencias de quienes se ven golpeados directamente por un atentado.
Pasados los años, algunos de aquellos antiguos terroristas italianos y tras cumplir sus condenas pasaron a desempeñar cargos políticos. Calabresi señala que ver por televisión predicar a los antiguos verdugos removió los recuerdos amargos de sus damnificados. Incluso, admitiendo el legítimo derecho a la rehabilitación de los condenados, las víctimas creen que un mínimo de sensibilidad y decencia les obligaría al autosilencio social.
¿Qué pensarán hoy los perjudicados por los exterroristas de ETA que han entrado en las listas de Bildu en Euskadi? Me temo que aunque leyeran el libro de Calabresi y fueran conscientes de todo el mal que causan esos antiguos etarras no cambiarían su decisión.