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Cartas desde la lejanía OAK Ridge (EEUU)

Rey por la gracia de Dios

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Ya se ha declarado el fin de la pandemia provocada por el coronavirus covid-19, pero está claro que siguen las pandemias producidas por las coronas reales. Del covid-19 tenemos estadísticas de las muertes causada, pero no hay estadística de las causadas por las coronas reales y estas pandemias siguen.

En un ambiente totalmente irreal y surrealista para los que creemos vivir en el siglo XXI, se ha celebrado la coronación del rey Carlos III del Reino Unido. Al ver la ceremonia y oír lo que se decía tenía yo la sensación de haber perdido la cabeza. ¿Cómo se podía participar en la ceremonia sin echarte a reír o llorar? Era asombroso ver los disfraces que llevaban algunos de los participantes en esta chirigota, iban con sus cuerpos cubiertos de medallas y collares, prepotentes y arrogantes. ¿Qué méritos tienen los miembros de la casa real para llevar todas esas condecoraciones, aparte de ser hijos de sus padres?

No sé cuánto habrá costado a los ciudadanos todo esa ceremonia y desfiles asociados, pero seguro que podrían haber comido muchas familias pobres con el dinero que se pagó. Encima no se permitió expresar la opinión a los ciudadanos que estaban en contra de la monarquía. Unos 50 fueron detenidos cuando intentaron manifestarse pacíficamente. Estas personas pudieron ser detenidas ya que se introdujo una ley una semana antes por el gobierno, una ley mordaza, que permitió esas detenciones. Y me pregunto, ¿estamos en un país democrático del siglo XXI?

Otro aspecto muy preocupante de la coronación fue la participación de varias iglesias cristianas y una islámica en este acto. Carlos III fue declarado rey por la gracia de Dios y cabeza de la Iglesia anglicana. Está mezcla de Iglesia y Estado no tienen ningún sentido en una institución democrática. Creo que esta declaración es mala para el estado y para las Iglesias que participaron.

A mediados del siglo XIX, la monarquía fue evolucionando de ser poder absoluto a una monarquía liberal. El mismo concepto de monarquía evolucionó. Así lo expresó Louis Adolphe Thiers, historiador y político francés que fue repetidas veces primer ministro bajo el reinado de Luis Felipe de Francia y después de la caída del Segundo Imperio, se convirtió en presidente provisional de la Tercera República Francesa. Él describió la idea de la nueva monarquía como: «el rey reina pero no gobierna». Claro que hacia falta definir lo que se entendía por reinar. El mismo Thiers lo definió como: «reinar es ser la imagen más verdadera, la más alta y la mas respetada del país». Aunque eso no define muy claramente el papel del rey, sí manifiesta las cualidades que de él se esperan.

Pero en los años en que Thiers definió estos principios, en España era reina regente María Cristina con su segundo esposo el duque de Riánsares. Ellos montaron todo tipo de negocios, fraudulentos que se hacían en torno al Estado: desde los ferrocarriles a las explotaciones de mercurio, pasando por fletes de barcos de esclavos, actividades de préstamo, lecherías en París y periódicos en Madrid, negocios en Cuba, Puerto Rico y Estados Unidos, etc. Esta tradición siguió dentro de la familia real como hemos visto con los negocios del rey emérito Juan Carlos.

En el Reino Unido las cosas no estaban mucho mejor. Sabemos que los reyes estaban también involucrados en el negocio de ventas de esclavos. Hoy no sabemos nada de las riquezas del rey Carlos III ni de los reyes de nuestro país. La transparencia no existe. ¿Cómo pueden ser así la imagen más respetada del país?

Sería hora que en los países que se consideran democráticos se hicieran referéndums sobre la monarquía. Es hora de que los ciudadanos den su opinión, sobre todo teniendo en cuenta los altos costes que conlleva esa institución en países como España y el Reino Unido. Sería muchos mejor poder invertir todo ese dinero en la Seguridad Social donde hace realmente falta y cubrir las necesidades de los ciudadanos más vulnerables.

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