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Asseguts a sa vorera

Un rato de siesta

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El verano cansa, ¿a que sí? Ha sido llegar el segundo periodo del año que más me gusta y tengo un bajón de energía considerable. ¿Te pasa a ti? Coincide que es el momento en el que más planes te surgen, más ganas tienes de hacer cosas y más fácil es que acabes haciendo nada por pereza, por cansancio o por el calor, por poner algunas excusas. Y, lo que más me preocupa, aparecen las ganas de las siestas que si te descuidas se te van de las manos y te despiertas en otoño.

Verano es sinónimo, entre muchas otras cosas, de vacaciones para los más afortunados. Y uno de los hobbies preferidos del personal para su periodo de descanso es, precisamente, descansar y recuperarse de los excesos del día a día. Pero, si te descuidas, una siesta de verano es como jugar a la ruleta rusa, la siesta puede comprender desde los 20 minutos hasta las 2 horas, cuando te levantas sin saber si has descansado o has viajado en el tiempo.

Como seres humanos tenemos pocas habilidades, pero entre las más prolíferas está la de echarse una cabezadita con brío, alegría y el convencimiento de que nosotros controlamos, que como mucho nos hará falta una alarma en el teléfono que nos recuerde que tenemos un montón de cosas por hacer. O al menos para pensar que las tenemos por hacer.

Porque una buena siesta es como correrse una juerga con los colegas. Puedes empeñarte en salir de tranquis y, cuando menos te lo esperas, se te acaba yendo de las manos la situación y levantarte en otra época.

Yo no soy muy fan de las siestas, la verdad. A menudo pienso que tengo cosas mejores que hacer y eso me estresa hasta el punto de no dormirme. Porque todo el mundo ha tenido en algún momento una de esas siestas en las que cuando te despiertas estás tan jodido que si te preguntan cómo te llamas, lo mismo te parece que para contestar estás resolviendo el origen del universo y la teoría del Big Bang.

Encima, el verano no te lo pone fácil. Porque el Tour de Francia es como un elixir mágico con el que parece que los ciclistas se van apoderando de tu energía mientras el sofá y tú os fusionáis en un solo ente perezosamente de destrucción masiva. No lo niegues, es llegar el verano y nos entran unas ganas de dormir por encima de nuestras posibilidades.   

Solo te puedo dar un consejo, el cuerpo es sabio y si te pide echarte una siesta, hazle caso pero frénalo, que lo mismo te duermes escuchando el Tour de Francia y te despiertas con las campanadas de Año Nuevo.

dgelabertpetrus@gmail.com

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