Tiendo a pensar que en el show business todo vale y tanto en televisión como en redes sociales los profesionales del entretenimiento se arman de un buen guion y unos buenos actores para conseguir que su espectáculo funcione. Y quiero creer que las barbaridades que a menudo vemos en ese ámbito solo son eso, fruto de un guionista con ganas de guasa. Porque últimamente circulan por las redes sketches de influencers micrófono en mano que hacen preguntas de Perogrullo a jóvenes en la calle y las respuestas son de juzgado de guardia. Cuestiones tan básicas como ¿cuál es la capital de Cantabria? o ¿qué río pasa por Madrid? obtienen respuestas como que Cantabria no tiene capital o que por Madrid pasa el Ebro o el Tajo. Luego vienen ya cuestiones un poquito más elaboradas, como quién es el autor de «Cien años de soledad» y hay quien contesta con otra pregunta, ¿pero eso qué es, un libro o una película?
Así todo. Tienen aspecto de ser gente de la calle a la que interceptan en el centro de una ciudad cualquiera española, la mayoría jóvenes de instituto. Y aún más hiriente, un participante en el programa televisivo First Dates que no sabe quién fue Federico García Lorca. Espero y deseo que sean actores y que su asombrosa ignorancia sea impostada, aunque no consigo verle la gracia. Lo que siento es repugnancia e indignación. Porque esta es la generación más formada de la historia y la que dispone de más fuentes de información, accesibles al instante. ¿Qué hacen con ese acceso infinito y gratuito a la cultura? Lo usan para limpiarse el culo. Porque si, en efecto, ese es el nivel de la gente que ha sido educada, no quiero ni pensar cómo será el mundo dentro de unas décadas, cuando estos sean quienes lo dirijan.