Las pequeñas bolitas aparecidas en un principio en las playas gallegas no son blancas como puede parecer a primera vista, son del tono según el color del cristal con que se miren. Cuando las bolas las ven y las tocan algunos políticos, como por arte de magia se vuelven del color del partido que las maneja.
Dejando al margen la catástrofe que ello pueda representar y los análisis que se están llevando a cabo para ver su grado de toxicidad para los peces que luego nos vamos a comer, las primeras planas y noticieros televisivos nos han estado mostrando hasta la saciedad -la saciedad ya saben que es lo que nos agota- a la ministra Yolanda Díaz en cuclillas y acompañada de la aspirante a la Xunta por Sumar Marta Lois, mirando y tocando las bolitas y cómo no, recogiendo algunas como colaboración solidaria.
No es que se la viera muy hecha a la faena ni llevaba traje de atuendo al estilo mariscador que hubiera sido más apropiado, ni estaba en funciones de ministra de Trabajo aunque trabajo como brujas en gallego, haylas. Lo que es seguro es que para ella las bolitas no eran blancas sino azules, vamos, con color del PP.
Estoy seguro que si hubiera sido al revés, Feijóo las habría visto rojas, vamos que en lugar de solucionar el problema, vemos que sigue siento importante la foto y mientras tanto esas bolitas y de las otras, mucho más grandes, nos las seguiremos tragando cada día y posponiendo los verdaderos problemas de este país.