Cuando eres joven no sueles notar a faltar muchas cosas ya que la edad te induce a pensar que puedes llegar a conseguir lo que sea en un plis plas. Luego vas poniendo años y con el las obligaciones que algunas de ellas te pillan a contrapelo pero que te enseñan a madurar. El siguiente paso de la madurez, como pasa con las frutas, es que te vuelves apetitoso o te lo crees y te van saliendo hambrientos enanitos cuya misión no es otra que pegarte mordiscos a doquier y cuando al fin consigues esquivarlos es cuando decides ponerte a pensar que diablos haces aquí y que puedo hacer para que se me escuche sin erróneas interpretaciones y es que, pensar y decir algo es como un arma arrojadiza que muchas veces en lugar de unir separa.
Yo por ejemplo antes de enterarme que éramos el cuarto productor agrario de Europa, disfrutaba tomándome un tomate bien aliñado y a finas rodajas o el zumo de una gran naranja. Hoy quienes manejan las riendas agrícolas en nuestro país, han pensado que era mejor dejarme sin ese sabroso tomate o esa jugosa naranja y sustituirlas por otras traídos de otros lugares, de aspecto similar pero sin sabor alguno. Lo están diciendo, los agricultores y consumidores, parece que todos nos hemos enterado menos los de arriba o que no les interesa enterarse. Ah y lo mismo pasa con la ganadería y la pesca, esos tres ases de la gran baraja en la que se basa nuestra alimentación.