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Oraciones

Gafas de no ver nada

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Este título no tiene ninguna intención alegórica o metafórica, no es un recurso retórico para ilustrar la determinación política de grandes colectivos decididos a no ver lo que no quieren ver. Me refiero a auténticas gafas para no ver nada. Y nada baratas por cierto, ya que huir de la realidad, un negocio en auge, siempre ha tenido su precio.

Se habrán fijado desde hace tiempo, en informativos, prensa y telediarios, cómo unos tipos con aparatosas gafas que les tapan toda la cara, dándoles aspecto de insectos extraterrestres, se mueven torpemente igual que títeres en el vacío, y hacen tonterías con las manos tal que si palpasen objetos invisibles. Se les supone una expresión embelesada, como si esos sujetos estuvieran en el cielo, pero no. Están probando unas gafas de realidad mixta, o aumentada, o virtual, o ponderada, o modulada, o directamente inventada. El último modelo de Apple, a la venta por unos 5.000 dólares y que se llama Visión Pro, no menciona ninguna realidad y se publicita bajo el insólito eslogan de ‘Computación espacial', por lo que inferimos que con ellas incrustadas en la cabeza como un yelmo con morrión, además de no ver ni torta, el feliz usuario lucirá un aspecto de capullo cabezón muy evolucionado. El no va más en cuestión de las gafas para no ver nada.

La gente ya hace años que se pasa el 70 por ciento de su tiempo vital mirando pantallas (¡y tocándolas!), pero en el 30 por ciento restante, cuando por unas cosas o por otras salen de la pantalla, se descubrió un amplio nicho de mercado, que es el que vienen a llenar esas gafas. Con el señuelo además de abandonar la escueta realidad bidimensional y plana de la pantalla por la tridimensional de las gafas. Es decir, la que percibiría el ojo si se la pusieran delante. Matemáticas mágicas, en efecto, pero que cumplen el máximo anhelo de la especie. Erradicar definitivamente la realidad, no ver nada salvo fantasías muy verosímiles en alta definición. El producto más comercial del mundo. Normal que tengan mercado, y los aspirantes a gafotas de computación espacial hagan cola con cita previa en las tiendas de Apple de Washington. En Europa tardarán más de un año. Tranquilos. Abundan los modelos de gafas de no ver.

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