Los festivales de novela negra se han convertido, en los últimos veinte años, en uno de los grandes acontecimientos culturales de las localidades que los acogen. Estamos todavía lejos de las cifras francesas, con millones de copias vendidas, colecciones negras en las mejores editoriales -empezando por la mítica Série Noir de Gallimard-, y más de 80 festivales a lo largo de toda la geografía del hexágono, pero poco a poco nos vamos situando.
Mallorca cuenta con el Febrer Negre y con el Collita Negra de sa Pobla, que estos días llega a su tercera edición y que se centra en el periodismo como eje vertebrador de la programación. Estos actos, que son una magnífica fórmula de promoción de la lectura, deberían ser objeto de especial protección por nuestra Administración. Están consolidados, funcionan y atraen público lector. Grandes apuestas para desestacionalizar el turismo. ¿Apostamos en serio?