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Així mateix

La risa de Kamala Harris

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A este tórrido verano solo le faltaba la lucha por el despacho oval de la política americana, con un Joe Biden con menos «carne política que un potaje de vigilia», un hombre que en su sano juicio, jamás debía de haber optado    a la renovación de su finiquitada presidencia, así que, se ha ido lo malo pero nos ha dejado lo peor.    Un candidato rebozado en causas judiciales, que tampoco por eso, es además algún mocetón, tiene ya 78 años.    Si por estos pagos la edad de jubilación en los currantes anda en torno a los 65 años, un presidente con mando en plaza sobre un espantoso arsenal nuclear y enfangado siempre en guerras ajenas ¿Cuándo se jubila? Eso debería ser una ecuación sencilla, cuando esas matemáticas urgen resolverlas, pero cuando están sujetas por pasiones personales, no hay manera de atar cabos.    De todo el farragoso entramado de las elecciones americanas, se puede esperar cualquier cosa, si bien, como ya dejé dicho en    estas mismas páginas, era la lógica sustituta de Joe Biden, pero ¿quién es Kamala Devi Harris?    Déjenme decirles antes, que ver reír a esta mujer es un regalo. No me extenderé en lo retórico más de lo necesario.

Kamala es una política y abogada del Estado, desde el 28 de enero de 2021, es la 49 vicepresidenta de EEUU.    Nace el 20 de octubre de 1964 en Oakland (California), estudia en UC Law San Francisco – Universidad de Howard y West Mount High school, cónyuge: Douglas Emhoff, Residencia Rotonda del Observatorio, nº 1.

Kamala es un nombre sánscrito, que podría provenir del Káma (deseo), el término femenino Kámalaa, significa Lakshmi, la diosa hinduista de la Fortuna.    Es la primera mujer que ha sido vicepresidenta de EEUU.    El 5 de noviembre tendremos la respuesta de si Kamala es la primera presidenta. No lo va a tener fácil, porque los votantes americanos jamás se han postulado con fe para que una mujer alcance tan alta magistratura, y estamos hablando de un país que en ese sentido no ha cambiado en todos sus años de historia    no es probable pues que cambie ahora, en los tres meses que quedan para convencer a un electorado muy sujeto a sus tradiciones y geográficamente muy disperso. 

Por el momento solo tiene a Donald Trump como opositor, un expresidente que ha dejado su futuro muy condicionado por lo que de él diga la justicia en los múltiples casos jurídicos que le quedan por sustanciar, que desde el punto de vista más elemental poco menos que le inhabilitan como presidente americano, pero ustedes ya saben «las cosas de algunos jueces» lo sorpresivas que pueden llegar a ser.   

Permítaseme extrapolar un ejemplo: los cinco magistrados de la Sala del Tribunal Supremo en España, han acordado por unanimidad, una cuestión inconstitucional contra la Ley de Amnistía, por considerar que «repugna al derecho constitucional la igualdad ante la Ley, resultando por completo arbitrarias las cuestiones que se aducen», el auto califica el procés independentista catalán  de «golpe de estado».  ¿Qué más quieren ustedes que les diga? Por eso, entre otras razones, nadie sabe a ciencia cierta cómo verán y entenderán los jueces americanos, todos los «líos» que Trump tiene con la justicia de su país.  Puede pasar cualquier cosa, ya se lo digo yo.

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