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Joves amb veu

La izquierda se ahoga en la arena

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En los últimos días, la izquierda no ha perdido la oportunidad de burlarse del vídeo en el que el alcalde de Alaior, José Luis Benejam, criticaba al Gobierno de Pedro Sánchez por la demora en otorgar el permiso necesario para la reconstrucción de la playa de Cala en Porter. Con su característico cinismo, intentan desviar la responsabilidad, alegando que esta gestión corresponde al Govern balear, también en manos del Partido Popular. Sin embargo, la realidad es muy distinta y hay que esclarecer dónde recae la responsabilidad real en la gestión y conservación de nuestras costas.

La competencia sobre la gestión y protección de las playas, incluidas las acciones de regeneración y reposición de arena, recae principalmente sobre el Gobierno central de España a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). Esto se debe a que las playas forman parte del dominio público marítimo-terrestre, regulado por la Ley de Costas (Ley 22/1988), que establece que la gestión del litoral es competencia del Estado.

Sin embargo, las comunidades autónomas, como las Islas Baleares, también tienen competencias en materia de ordenación del territorio, medio ambiente y turismo, que pueden

influir en las decisiones y la gestión de estas áreas. En muchos casos, las acciones específicas como la regeneración de playas se coordinan entre el Gobierno central y las comunidades autónomas. Por ejemplo, el Govern balear puede participar en la planificación y ejecución de los trabajos, pero la autorización y financiación generalmente provienen del Estado, a través de la Dirección General de la Costa y el Mar, que es la responsable directa de la aplicación de la Ley de Costas. Por lo tanto, aunque el Govern balear puede estar involucrado, la responsabilidad primaria de una acción como la reconstrucción de una playa y la reposición de arena es del Gobierno central de Madrid.

Sin duda, el Partido Popular siempre ha defendido los intereses de los ciudadanos ante la parálisis burocrática que tantas veces retrasa soluciones urgentes y necesarias. Que el otro día comenzaran las obras es una prueba de que la presión funciona. Qué fácil es criticar desde la comodidad de la inacción. Mientras unos se esfuerzan por encontrar soluciones reales, otros se limitan al teatro de la política de salón. Las urnas no mienten, y la historia seguirá recordando quiénes trabajaron y quiénes solo posaron.

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