La presidenta del Govern, Marga Prohens, no debe nada a los hoteleros: no la apoyaron durante los meses previos a las elecciones, algunos la ignoraron y otros la despreciaron directamente. La mayor parte del lobby hotelero eligió hacerse fotos con Francina Armengol y con Iago Negueruela. Y viceversa. Durante los años de Gabriel Cañellas y de Jaume Matas se decía que ‘el sector’ –así, sin apellidos y casi con mayúsculas–, elegía al conseller de Turisme como pago a su protagonismo activo en la victoria de los gobiernos de derechas. (Un inciso: ay, esa feroz campaña de la ecotasa contra Francesc Antich y ese respaldo incondicional a Matas, cómo no acordarse ahora...) Eso se acabó, al menos de momento. Prohens ganó las elecciones no solo sin su ayuda sino, en buena medida, con su oposición.
Los hoteleros despreciaron a Prohens porque dudaban de que fuera a ser la presidenta y ahora se ponen dignos porque ha anunciado que propondrá la subida de la ecotasa sin contar con ellos. El Apocalipsis caerá de nuevo sobre sobre esta tierra porque un señor de Estocolmo o de Munich que duerme en un hotel por el que paga 300 euros la noche –o 3.000, que también los hay y cada vez son más– tendrá que tributar ahora un poco más de los 4 euros que paga en verano por ese impuesto por cada noche de hotel.
Prohens no les debe nada y su giro de guion, que lo ha habido, conecta al Govern con ese sentir de buena parte de los ciudadanos que ven en las chisteras con que se dibuja a los empresarios el símbolo del poder real, un poder ajeno al suyo y que se percibe como superior al que ejerecen los representantes legítimos de los ciudadanos en el Parlament. La presidenta da un viraje, se aleja de la derecha extrema de Vox, intenta situarse en el centro y busca ensanchar ese campo en el que quedó arrinconado el PP con las políticas delirantes de líderes como su antecesor en el cargo José Ramón Bauzá.
Prohens sabe que no perderá las elecciones por el catalán pero sí ha detectado que el malestar por la saturación turística se ha instalado en las clases medias, lo que incluye a numerosos votantes del PP. Eso explica el cambio reactivo de una candidata que en su programa electoral prometía, precisamente, bajar la ecotasa. El cambio de Prohens es innegable, pero ahora le tocará cumplirlo y es aquí donde entra la geometría variable con la que gobierna Pedro Sánchez: aprobar unas medidas con Vox y otras con Més. ¿Estarán dispuestos los ecosoberanistas a este juego? Esa pregunta se responde de manera muy simple: en Més sigue dominando el ‘gen PSM’. En otro artículo ya tocará hablar de Cañellas y de aquel eje Alexandre Forcades-PSM.