Parece que este fenómeno universal de la polarización, muy agresiva aunque no tanto como en la Edad Media y del que ya se han escrito extensas bibliotecas, adquiere en cada lugar características propias según sus tradiciones culturales, y no es igual la polarización francesa, de tipo folletinesco, que la mucho más salvaje de Estados Unidos o la delirante polarización coreana. Al tratarse de un conflicto muy nacionalista, cada cual se polariza a su manera. Por eso conviene recordar que aquí llevamos casi toda la vida polarizados, y que además en España, no conformes con el realismo costumbrista y sabiéndonos a poco el naturalismo, inventamos el tremendismo, subgénero literario de posguerra consistente en exagerar a tope los aspectos más tremebundos y miserables de cualquier asunto, con lenguaje desgarrado y violento a fin de espantar y aturdir. Tremendismo muy en boga actualmente, y que a su vez conecta con otro invento español del siglo XVI, la novela picaresca, de éxito global durante siglos. Pero la picaresca produjo obras maestras, y el tremendismo no tanto, ya que a base de exagerar como ahora es el pan nuestro de cada día en los discursos políticos, exageró también la cursilería añadiéndole más afectación y grandilocuencia (más espectáculo), así como un sentimentalismo sensacionalista difícil de digerir. Tremendo y cursi son adjetivos muy complicados de encajar, pero esa es nuestra tradición literaria, y por tanto, nuestra forma de polarización. Puestos a estar polarizados, como todo el mundo, a muchos nos gustaría polarizarnos de otra manera, no sé, menos castiza, menos cursilona y gritona, pero nadie se polariza como quiere, sino como puede. Y aquí el subgénero tremendista tiene ya más de ochenta años, o más de quinientos según desde dónde empecemos a contar. ¿Y se trata al menos de una aportación cultural importante al fenómeno de la polarización universal? Para nada, en absoluto. Sólo es una variante local, quizá algo más ruidosa y repelente. No vale la pena quejarse mucho, pues nos ayuda a olvidar la polarización europea, y la estadounidense, que esas sí son peligrosas de verdad. Lo que añado solo para terminar animoso este párrafo. No era fácil.
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