PP y Vox han cerrado su pacto de legislatura dos años después de que se celebraran las elecciones. Lo cierran en los dos sentidos de la palabra. Muy probablemente, ya no se presentarán nuevos proyectos de ley en los dos años que quedan hasta que acabe el mandato de Marga Prohens, ni siquiera el de Presupuestos, más allá de la derogación de la ley de memoria. Pero, sobre todo, lo que se ha cerrado ahora es aquella negociación agónica que los dos partidos comenzaron en junio de 2023 tras las elecciones autonómicas y que dejó el Parlament en manos de Gabriel Le Senne (Vox) y el Govern, en manos de Marga Prohens (PP).
El pacto programático con la firma de las dos formaciones se negoció desde Madrid por parte de Vox y los representantes de la extrema derecha en Balears se convirtieron en el mero decorado para esa foto final de Sebastià Sagreras e Idoia Ribas estampando la firma. Su contenido fue lo suficientemente ambiguo como para que los dos partidos se sintieran cómodos con el texto, pero esa ambigüedad de contenidos, que ya le fue bien entonces al PP, ha terminado siendo un calvario para Marga Prohens. Lleva dos años sometida al intento de chantaje de de Vox, con una permanente sensación de sumisión que tiene su base en ese pecado original. El resultado real ha sido que PP y Vox llevan dos años renegociando sobre aquella ambigüedad, jugando al gato al ratón para ver hasta dónde llega cada uno de ellos.
Así que la realidad es que, con la legislatura demediada, los dos partidos han sellado el verdadero pacto PP-Vox, aquel que se dibujó difuso en 2023 y que ahora tiene perfectamente definidos los contornos: urbanizar el suelo rústico, que el castellano sea vehicular en la educación, que los padres elijan la lengua en la primera enseñanza de sus hijos y que algunos puestos de funcionarios no tengan que acreditar el catalán para acceder a un puesto de trabajo, incluidos algunos profesores.
Las resistencias que puso Marga Prohens a aquel primer acuerdo nebuloso se han ido limando conforme la presidenta ha asumido que o Vox o la nada, sobre todo en materia presupuestaria. Prohens ha ido sacando adelante las propuestas que interesaban al PP y se ha mostrado remisa a ejecutar las de Vox, pero el BOIB no admite ambigüedades y lo que se firmó hace unas semanas, lo que se aprobará en breve en el Parlament y lo que terminará publicado en el BOIB es el verdadero pacto PP-Vox.
Hasta aquí ha llegado la negociación y, muy probablemente, hasta aquí ha llegado la legislatura. Esta vez ha sido rápido: pactar y ejecutar casi al mismo tiempo.