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Otra mirada

¿Y si buscamos puntos de encuentro?

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La opinión publicada en el diario «Menorca» por el diputado Marc Pons en su artículo «Exigències inassolibles» es clara en su defensa del catalán como lengua propia de las Illes Balears y denuncia con contundencia el pacto PP-Vox, al que acusa de promover una agenda que erosiona derechos, identidad cultural y memoria democrática. Sin embargo, en una sociedad compleja y diversa como la nuestra, conviene detenerse y tratar de comprender también las motivaciones del otro, incluso cuando no se comparten del todo.

Quienes defienden una flexibilización de los requisitos lingüísticos en el acceso a la función pública no necesariamente lo hacen por desprecio a la lengua catalana. Muchos argumentan que estas medidas buscan garantizar una administración más accesible para una ciudadanía diversa, donde también conviven castellano-hablantes y personas venidas de fuera. Su preocupación es pragmática: no excluir a buenos profesionales por una barrera lingüística que, en ciertos puestos, puede no ser esencial. Marc Pons pone el acento en ello cuando declara «la nostra és una societat oberta, tolerant, respectuosa, solidària i acollidora. Amb trets culturals molt identificats…».

Respecto a la revisión de algunas políticas de memoria histórica o educativas, hay sectores que reclaman más pluralidad narrativa. Esto no implica negar la historia ni blanquear el franquismo, sino que, para ellos, democratizar el relato significa incluir también visiones menos ideologizadas y fomentar el pensamiento crítico, incluso si eso incomoda.

En cuanto a la inmigración o el cambio climático, muchas de las propuestas criticadas por Pons se presentan desde los grupos que las impulsan como intentos de poner orden, exigir reciprocidad o racionalizar recursos. Aunque se puedan rechazar por sus consecuencias o tono, es útil comprender que para una parte del electorado esas posiciones responden a miedos reales: pérdida de control, inseguridad, o crisis de identidad en un mundo cambiante.

Negar esas inquietudes solo profundiza la brecha. Quizás el reto más constructivo es no caer en trincheras ideológicas y recuperar el diálogo. Defender una lengua o una cultura no debe estar reñido con garantizar inclusión, y exigir integración tampoco tiene por qué negar la diversidad. Como sociedad, podemos buscar equilibrios, aunque sean incómodos, porque solo así lograremos convivir con respeto y pluralismo.

La afirmación de Marc Pons, en la que asegura que «el Govern tendrá presupuestos abandonando cualquier espacio de centralidad y moderación, dando la espalda a la ciudadanía», resulta difícil de sostener viniendo de un miembro del partido que gobierna en España, formación que accedió al poder sin ganar las elecciones, mediante acuerdos con fuerzas de extrema izquierda y, sobre todo, haciendo justamente lo contrario de lo que había prometido en campaña electoral.

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