No es verdad lo que dice Feijóo sobre que las vacaciones están sobrevaloradas. Entiendo que pueda aburrirse en las playas de Galicia sin poder arremeter contra Sánchez, su familia, su entorno un día sí y otro también, pero las vacaciones de los personajes públicos son bidireccionales. Benefician al político, que bien se merece un descanso, y a los ciudadanos, que necesitan desconectar.
Quien parece que no se va de vacaciones es Trump. Para tortura de todo el mundo. Bien podría largarse un mes al parque de atracciones del pato Donald o irse a Gotham convertido en el Pingüino, a la espera de un Batman demócrata, que sigue sin aparecer por muchos focos de alarma que se enciendan. Quizás sea verdad que los demócratas de Nueva York son unos yuppies ricos alejados de la realidad y sus consecuencias.
Debemos, por tanto, asumir que nos va a animar el mes de agosto con sus payasadas y sus ultimátums al mundo. Porque algunas de sus últimas actuaciones son para destornillarse si no fueran tan dramáticas. Una de ellas es el despido fulminante de la directora de la estadística laboral porque los últimos datos del paro no le han gustado. ¿Qué importa la verdad? Mejor poner a alguien «competente» para que anuncie los datos que te gustan. Porque de eso se trata, vamos a construir una verdad virtual, un relato verdadero, como las buenas películas americanas, basadas en hechos reales con personales falsos, o personajes verdaderos con hechos falsos.
Otra cosita simpática del verano trumpiano. Ha mandado dos submarinos nucleares cerca de Rusia porque no le ha gustado el último tuit de Medvédev, el siervo más fiel de Putin. Antes, estas cosas del Pentágono estaban bajo un lógico «top secret», ahora el presi las anuncia en su propia red. Viva el espectáculo. Me imagino a Gila al teléfono: «Oiga, ¿es el enemigo?», «Pues que sepa que les acabo de mandar dos submarinos nucleares». Y también en el estreno de agosto, si a Trump no le gusta lo que hace la justicia en Brasil con el golpista Bolsonaro, le subre los aranceles al 50 por ciento. Otra ola de calor de Trump.