Antes los incrédulos necesitaban ver para creer. Ahora la principal fuente de engaño es la vista. La inteligencia artificial nos hace ver cosas que no existen. Puedes regodearte con mujeres perfectas por su belleza y con hombres que hablan desde ultratumba. No se extrañen si encuentran a Elvis Presley conversando con Trump o a Putin cantando «Love me tender». La tecnología lo hace todo posible. Ver para dudar.
El afamado artista multimillonario Artur Menys, con sus obras de tinte feminista y antisistema, como su «Vaca de Osborne» que luce en algunas carreteras, consiguió la independencia de su esposa que, según él, le oprimía. Ahora es un soltero de oro porque está forrado y se dedica a escribir sesudos ensayos sobre la distorsionada percepción humana. Su nueva obra: «Nada es lo que parece: creía que anochecía y resulta que amanece», promete ser un bestseller.
Hay opiniones para todos los gustos y gustos para todas las opiniones. Antiguamente se tildaba algo de mal gusto y se intentaba evitarlo. Ahora todo es respetable y tienes que tener cuidado para no cometer un delito de odio. El poder actual, más poderoso que el de antes, ha decretado el humor como sospechoso y nos reímos con miedo. No podemos ofender a nadie aunque nos ofendamos más que nunca. Esto pasa por polarizar tanto. Una sociedad fracturada resulta manejable pero poco eficiente. Siento la muerte de Javier Lambán, un hombre que dudaba.