Si se mantiene el ritmo de llegadas de pateras de todo este mes, es muy probable que agosto acabe con 5.000 migrantes de paso por las Islas, una cantidad similar a la de todo el año anterior. Son migrantes de paso, que a los dos días cogen el ferry y se dirigen a Barcelona porque Balears no está entre sus planes. Su objetivo es Francia y Bélgica, no Palma, pero pese a las resistencias del Gobierno a reconocerlo, ya parece meridianamente claro que han encontrado una ruta de Argelia a Francia que pasa por Balears.
El Archipiélago se ha convertido en un pasillo, un corredor migratorio por el que, de momento, han pasado esos cerca de 5.000 migrantes este año. ¿Se puede normalizar que las Islas sean ese pasillo de entrada y salida? No parece lo más recomendable que tengamos que asumir que miles las islas sean el punto de entrada y el trampolín de salida de esta ruta y convendría que el Gobierno de Pedro Sánchez asuma de una vez que aquí hay un problema y que esto amenaza con convertirse en una nueva Canarias, como ya le avisó la presidenta del Govern, Marga Prohens, en la reunión que mantuvieron este verano tras la audiencia de Pedro Sánchez con el Rey en el Palacio de Marivent.
Hay una ruta por mucho que el Gobierno se tape los ojos. Gustará más o menos ese trasiego de personas que transitan por la estación marítima cuando quedan libres, pero ese no es el problema. El problema grave no está en los que llegan y se van a los dos días, sino en los que llegan y se quedan de manera definitiva, que son esos 600 menores que llegan en las pateras mezclados con los adultos y que están en las Islas. Ese es el problema porque esos menores han colapsado los recursos de los consells y han superado por completo las posibilidades de actuación de la administración autonómica. Balears no da para más. Está a un paso de que el Gobierno tenga que decretar la emergencia sanitaria y que una parte de esos menores que ahora están a cargo de los consells pasen a tener que repartirse entre el resto de comunidades autónomas.
Desde esta posición, la presidenta ha decidido vetar la llegada de los menores de Canarias y tratar de impedir que sean trasladados a Balears, pero, ¿qué pasará si en unas semanas es Balears la que tiene la posibilidad de redistribuir a los menores entre otras comunidades autónomas? Tal vez haya efecto búmerang y ese veto a la llegada de los menores de Canarias haga que otra comunidad vete la llegada de menores procedentes de Balears. Todo está aún muy abierto y seguiremos viviendo en medio de un choque político en las próximas semanas, pero ahora mismo no puede descartarse nada de nada.