Me siento tan impotente, me siento tan dolorida, se me llevan los diablos cuando veo lo que está pasando en este mundo que hemos creado.
Todo este tiempo venimos leyendo y escuchando las atrocidades que se cometen en muchas partes del planeta, pero nosotras seguimos cómodamente instaladas en nuestra «buena vida»... esta vida que nos deja respirar, reír, bailar, trabajar, salir a la calle, vestir como nos dé la real gana, comer y brindar... amar a quien queramos, escoger qué vamos a estudiar, comprar esto o aquello...
Una vida sin miedo (de momento) a que cuando vayamos al mercado nos caiga una bomba, o venga un policía y nos aporree por llevar una falda o un pantalón corto... una vida donde podemos relacionarnos con los demás, sin condiciones de raza, sexo, edad...
Una vida que nos parece merecer sin que realmente hayamos valorado la posibilidad de que todas estas libertades (nuestro derecho) sean borradas de un plumazo por unos siniestros mandatarios que no tenemos ni idea de dónde acumulan tanta maldad.
Y creo sinceramente que deberíamos analizar por qué somos tan afortunadas... ¿Qué mérito tenemos para gozar de todo esto? ¿Qué mano divina guía nuestro día a día?
Es cierto que algunas voces se alzan, e incluso personas de la sociedad civil actúan, intentando paliar el dolor y el miedo de tantísimas personas... pero ¿y los gobiernos?
Van a seguir reuniéndose para tomar medidas? Hartas estamos de tantísima hipocresía... eso sí, mañana la cumbre de esto, la semana que viene la reunión de aquello... bla bla bla... ¡poca fuerza y poca solidaridad!
Quizás deberíamos centrar nuestra mente en las palabras que el presidente polaco, Donald Tusk (no confundirlo con el terrorífico Donald Trump) ha escrito en un tuit...
«Ahora mismo, 500 millones de europeos le están rogando a 300 millones de americanos que los protejan de 140 millones de rusos que no han podido vencer a 50 millones de ucranianos en tres años»...
¡Jope! ¡Vaya reflexión tan terrorífica y tan cierta!
Y nos preguntamos cómo puede ser que Europa no decida... sea tan floja... tan cruel... tan insensible.
Creo que el tema está en que cada país europeo rema en sentido contrario... no existe unanimidad frente al dolor y la injusticia...
Para unos lo que hace Israel tiene alguna explicación, para otros Trump es temible y puede cargarse nuestra economía... así que no seamos demasiado duros.
Para unos Afganistán... ¿pero dónde para este país?
Para otros... mejor no o meternos en políticas de un país... ellos deben defenderse, entenderse...
Y nosotros escuchamos, leemos, vemos pero nos sentimos impotentes, quizás incluso dejamos de leer, de escuchar de ver estos dramas, estos genocidios y preferimos girar la cabeza y seguir con nuestra vida privilegiada.
Pues eso... a callar y a seguir girando la cabeza... total ¡tampoco podemos hacer nada!
¡Cuanta hipocresía!