El debate sobre monarquía o república, que tuvo su momento álgido cuando se reclamaba un referéndum, hoy está apocado. No forma parte de la agenda política. El motivo es que esta cuestión resucita cuando hay alguna polémica con los miembros de la Casa Real. El resto del tiempo, solo interesa a los que sienten el peso de las banderas.
Creo que en parte, esta tranquilidad temporal también se debe al buen trabajo de Felipe VIy su equipo. Se nota que es hijo de Sofía. Su padre, el emérito, destacó una vez la mayor calidad de su «ex»:«Es una gran profesional». Y eso lo ha heredado el Rey, que cumple de forma escrupulosa su papel constitucional, mientras cuida sus acciones públicas con actos que buscan y encuentran el afecto ciudadano, y respeta al máximo las relaciones con las autoridades políticas de las distintas instituciones. La diplomacia de la Casa Real ha superado la vaticana.
Lo que a los ciudadanos nos cuesta más es ver el conjunto más allá de los hechos puntuales, el bosque y no solo el árbol. Nos puede gustar una acción del Rey y no otra, sin dejar de reconocer que en estos momentos de incertidumbre la monarquía en España es un factor de estabilidad.
Entre sus funciones está la de reforzar la acción del Gobierno de España en el ambito internacional. Así, su contundente intervención en la ONU sobre la «masacre» en Gaza y los «actos aberrantes» de Israel y su foto con el presidente de Siria y exmiembro de Al Qaeda, o con Trump en el hotel, no plantean contradicciones con el papel que le corresponde.
En cambio, debe abstenerse de meterse en berenjenales de la política nacional. No solo por salud propia, sino por la de la institución que representa. El silencio es más recomendable para ser el Rey de todos:de izquierdas y de derechas, también de independentistas y republicanos. Ypor eso los partidos no deberían pretender afiliar al Rey a sus causas.