Surge un nuevo adalid de la ultraderecha. Manuel Mariscal Zabala se erige como el próximo verdugo de esa zurda televisión pública. Dando un golpe sobre la mesa, afirma que Marc Giró será fulminantemente despedido en nombre de la patria en el momento en que ellos, Vox, lleguen a RTVE (risas). Como si extendiendo la mano derecha como a ellos les gusta pudiera arrojar un rayo divino para desintegrar a ese deslenguado presentador. Fulminantemente, remarcó. Porque ya está bien de reírse de los españoles, de los únicos españoles dignos, que no alcanzan el 15 % de los votantes porque el resto no cuenta. Son españoles de segunda o ni tan siquiera eso: lacayos y punto. No deberían tener derecho a opinión, Giró sobre todo, ni a tener una nómina, que les zurzan, a la calle y a tomar por saco.
Todas estas serpientes y culebras soltó el amigo Mariscal Zabala, más preocupado por el éxito de RTVE que confirman los datos, tal vez él mismo sea uno de sus televidentes, que por las desigualdades que se continúan arrastrando amén de los recortes en las materias básicas. Para ellos es mejor imponer la meritocracia del miedo porque si no bromeas en plan chabacano con ciertos tintes machistas y racistas, no son bromas. Si haces otro tipo de humor, pasas a la lista negra. Si en la actualidad curras en el ente público, estás condenado. Nada nuevo en el paraíso, pero verlo expuesto de tal manera, con tanta naturalidad, te revuelve las tripas o te partes de risa. Yo siempre opto por esto último, no adrede sino me sale solo. Un partido que no alcanza el 15 % pretende dictar normas para todos. Los nuestros son los válidos, lo demás al paredón. La sociedad observa cómo se teatraliza el odio como en una función barata e infantil. Giró es culpable por salir en la tele y soltar unas cuantas lindezas que a ellos no les vienen bien. La democracia, al parecer, consiste en decidir quién vive y quién sonríe en nombre de la patria.