Lee con atención. Un padre ha sido detenido, junto a unos amigos, por violar a su hija de solo 8 años. Se habla de que semejante barbarie no ha sido un hecho puntual… Y yo te pregunto, ¿de qué sirve que energúmenos miserables como este siga viviendo? ¿Qué opción de reinserción existe para un desalmado así que más pronto que tarde volverá a estar en la calle?
En una sociedad que ha evolucionado tristemente hacia una mezcla de ‘zoociedad’ y ‘suciedad’ encontrarse con elementos así nos debería alertar para ser conscientes de que algo -muchas cosas- no estamos haciendo bien. Y, para empezar, quizás no estamos enviando el mensaje judicial correcto. No hace falta ser un lince para darse cuenta de que a nuestro alrededor hay un tufillo a impunidad que le hace creer a muchos que pueden hacer lo que quieran que el precio a pagar es bajo o ninguno.
Puedes robar, dañar, matar, violar o abusar que te espera un sistema judicial empachado, que no da abasto, y con unas penas que no son justas ni acordes al delito. El delincuente se ríe de la justicia mientras el ciudadano de a pie no cree en ella. Faltan recursos, sí, pero por encima de todas las cosas falta humanidad y nos sobran individuos.
«Pero Dino, la humanidad se ve cuando buscas la reinserción de los criminales», me dirás, y yo me pongo en la piel de todas y cada una de las víctimas y me da un ataque de rabia y de ira. ¿Cómo lo consigues con un animal que ha violado a su propia hija de 8 años? ¿De qué te sirve?
Cómo nos hemos vuelto tontos de capirote pensando que hay que ser politicamente correctos cuando en realidad somos correctamente imbéciles supinos, pensamos que a todo el mundo hay que darle una segunda oportunidad, como si esos animales fuesen seres de luz cósmica buscando su destino.
Para mí no hay oscuridad suficientemente oscura, ni profundidad suficientemente profunda para que las víctimas y sus familias encuentren la paz. Y eso debería hacernos reflexionar.