Un poema de Bertolt Brecht empieza diciendo: «Primero se llevaron a los negros»… y finaliza: …«pero ya es demasiado tarde». Está en Internet, avisando de que el mal ajeno nunca debe dejarnos indiferentes. Aunque parezca lejano, puede alcanzarnos cuando ya no podamos hacer nada por evitarlo. De la historia debemos aprender que el apaciguamiento, el miedo y la pasividad del «a mí no me afecta», son la mejor receta para que todo vaya empeorando.
También leí un cuento del Conde Lucanor, cuya moraleja reza así: «Si desde un principio no muestras quién eres, nunca podrás después, cuando quisieres».
Hoy la militancia política es inasequible al desaliento, refractaria a toda crítica, fiel hasta la ceguera. Pensar que razonando o descubriendo la corrupción, alguien se caerá del burro, es ilusorio. Gramsci hablaba de batalla cultural. Según él, no basta con tomar el poder político o económico, como creía el marxismo clásico; hay que cambiar la forma en que la gente piensa, siente y entiende el mundo. La cultura es campo de batalla donde se disputan el relato dominante, los valores, las creencias y las normas sociales.
Con los medios de comunicación convertidos en medios de propaganda, te harán pensar cualquier cosa. La mayoría calla o se doblega y otorga para no meterse en líos. Y la situación no va a mejorar. Irá empeorando a marchas forzadas. Porque quedan pocas mentes inmunes frente a tanta comedura de coco.