La miniserie «Alfonso, el príncipe maldito» llega mañana a Telecinco para disipar, lejos del amarillismo y la carnaza, el «oscurantismo» que rodea a la figura de Alfonso de Borbón, duque de Cádiz, un ser «amable» y «luchador» cuya vida transformaron las tragedias.
El objetivo de esta ficción, que se emite mañana a partir de las 22:00 horas, es mostrar la vida convulsa de «un hombre que buscaba tener una familia como nunca tuvo», según explica en una entrevista José Luis García-Pérez, actor que encarna al aristócrata.
Pese a no sentir empatía por el personaje debido a su mentalidad política y a su modo de vida, el actor destaca que Alfonso de Borbón era un hombre luchador, incluso «por momentos un tipo valiente».
«Cuando lees sobre él, encuentras que era un tipo un poco estirado, un poco antipático. Sin embargo, cuando hablas con gente cercana a él, la imagen que te dan es totalmente diferente: la de un padrazo que es amable, encantador y muy educado. Todo el mundo me habla de una educación exquisita, de una galantería exquisita», sostiene García-Pérez.
Tragedias
La fatalidad fue una constante que marcó «en el espíritu y en lo físico» al primo del Rey don Juan Carlos. El actor considera que Alfonso no sólo tuvo una muerte trágica, sino que hubo de hacer frente a varios finales en su vida.
Entre ellos, el de apagar su ansia política, la ruptura con «el amor de su vida», Carmen Martínez-Bordíu, la muerte de su padre y, sobre todo, la pérdida de su hijo Francisco en un accidente de tráfico que a punto estuvo de costarle la vida.
Es Cristina Peña la encargada de interpretar a la nieta del dictador Francisco Franco, una mujer «con mucha fuerza, muy independiente y que está muchas veces por encima de todo, incluso de su abuelo».
«Ella tiene una frase en el guión que la define perfectamente: 'Ni mi abuelo me dice lo que tengo que hacer'. Es un espíritu totalmente libre», sostiene Peña, quien destaca lo difícil que le ha resultado encontrar información sobre la juventud de Martínez-Bordíu.
El elemento esencial para transformarse en esta «mujer que ha formado parte de la historia» ha sido la sonrisa: «Siempre ha afrontado las cosas con mucha alegría y ha tenido ganas de seguir tirando para delante. De no ser así, con esa vida, cualquier otra persona se hubiera hundido en la miseria».
La actriz de «El internado», que mantuvo un encuentro con la propia Martínez-Bordíu, asegura que «Alfonso, el príncipe maldito» es una aproximación histórica «ficcionada» que huye del amarillismo y «no tiene nada de carnaza».
Peña reconoce que «no tenía nada controlada» esta parte de la Historia que ahora lleva a la televisión, aunque ha descubierto que es todo un filón: «Hay una rama de la familia Borbón que... tela marinera, da para hacer unas cuantas miniseries», sostiene sorprendida.
Por su parte, para trazar un retrato fiel del duque de Cádiz, para «normalizarlo» y quitar de él la verdad «supuesta», García-Pérez ignoró el papel cuché -"la prensa del corazón no enseña la verdad de la vida de la gente, sino lo que se quiere inventar sobre la vida de la gente», dice- y se sumergió en la bibliografía relativa a su figura.
Además de bucear en las memorias del nieto de Alfonso XIII, pudo hablar con Mirta Miller, con quien el aristócrata mantuvo una relación sentimental, y con otras personas de su entorno. Se lamenta García-Pérez, sin embargo, del «oscurantismo» que rodeó a Alfonso de Borbón, de quien existe escaso material audiovisual.
En el retrato humano que estrena Telecinco, compuesto por dos episodios de 80 minutos de duración, se busca la hondura del personaje, afirma el actor, aunque también se intenta desgranar la Historia.