First Dates es un programa que, de una forma u otra, siempre se hace viral con las excentricidades y las extrañas manías y costumbres de los pretendientes que acuden al restaurante que organiza Carlos Sobera para encontrar el amor. En esta ocasión ha sido el turno de Pepa, una chica de 19 años que se define a sí misma como «encantada e ilusionada». Lo que más ha querido destacar de ella misma al principio no es otra cosa que su largo pelo rizado, el cual ha admitido que «atrae a muchas personas». Sobre su gusto para los hombres, ha declarado que «me gustan los que peor pinta tienen, con los que me van a mandar al psicólogo son con los que más cachonda me pongo».
Su cita, Valentino, fue el segundo en llegar. Originario de Italia, él mismo se define como un «romántico» que se siente «más argentino que italiano, puesto que se mudó al país latinoamericano a una temprana edad. Y es que el físico de Valentino fue una de las primeras cosas que encantó a Pepa, la cual admitió que «le recordaba a un actor famoso».
Este encanto mutuo marcó al resto de la cita, la cual parecía encaminarse en el camino positivo en todo momento. Así se pudo percibir tras enterarse ambos de las similitudes que tienen, como haberse mudado de país en una corta edad y el tema sexual, en el cual los dos parecían coincidir bastante. Quien parecía más ilusionada era Pepa, quien se la pudo ver ensimismada en varias ocasiones observando los ojos azules de Valentino: «Son una piscina».
Y es que, hablando de azul y agua, el punto más viral y estrambótico de la cita llegó cuando empezaron a hablar de viajes, donde Pepa fue muy clara al hablar de cruceros: «Tengo pánico al mar, pero pánico del fuerte». Y justo cuando Valentino la intenta calmar diciéndole que es socorrista, Pepa no dudó en explicar sus motivos: «Tú no me vas a salvar de un tiburón». Según seguía explicando la pretendiente, lo que más miedo le da del océano es el hecho de que no saber qué hay en el fondo: «Es pensar que hay un megalodón que sube y me come y me entra pánico. La última vez que fui no me cagué de milagro, y porque pensé que a lo mejor mi caca atraería a los tiburones».
Sin embargo, esta última frase tan extraña no la dijo enfrente de Valentino, quien no le dio más importancia al asunto y siguió con su cita que terminó de forma favorable. Finalmente, las similitudes fueron más grandes que las diferencias, y tanto Pepa como Valentino se dieron el sí para una segunda cita.