La nostalgia puede ser una buena aliada en las cosas del marketing. Todo vuelve como atajo para llamar nuestra atención. Caiga quien caiga, también. Será en Telecinco, el canal que produjo la etapa más memorable con El Gran Wyoming al frente de la pandilla de 'los hombres de negro'. Duró de 1996 a 2002.
Entonces, se ve que nadie cayó que el casting no era muy representativo de la sociedad. Años más tarde, como remedio y como golpe de efecto, se hizo una versión de mujeres. Todo mujeres, esta vez. Tampoco nadie vio venir que romper con el machismo no va de segregación.
Ahora, casi treinta años después, Caiga quien caiga retorna a Telecinco con Santi Millán, Lorena Castell y Pablo González Batista de presentadores. Carles Tamayo, Irene Junquera, Ana Francisco o Paula Púa serán algunos de los reporteros.
La premisa del programa parece que seguirá enfocada en la mezcla de información, comedia e ironía. La historia es que ni la política es la de hace tres décadas ni nosotros somos los mismos. Es más, ya no es ninguna novedad el reporterismo canalla. La audiencia ya no se va a sorprender con que un político se ponga unas gafas de sol como hazaña. Los propios políticos de motu proprio no paran de crear memes.
Ahí está el reto del programa. Puede llamar la atención como reclamo puntual el recuperar una marca que tenemos incrustada en nuestra memoria bajo las siglas CQC. Pero hasta Wyoming ha continuado la estela de este espacio de una manera más modernizada a través de El Intermedio.
Porque esa es otra: Caiga quien caiga necesita un prescriptor que no caiga bien a todo el mundo. Con un compromiso contestatario más allá de ser un anfitrión que encaja en todas las salsas. Es lo que sucede a Santi Millán. Lo mismo está en Got Talent con Tamara Falcó que en un late night de nombre Uau! ¿Lo recuerdan? Aquí, desactivando cosas que teníamos olvidadas.
La equidistancia es enemiga de Caiga quien caiga, show que demanda un contacto bestia con la sensibilidad actual para no quedarse en reporteros intentando otro chascarrillo más. De eso ya estamos inmunes en la viralidad que nos rodea. Todos los podcast están a la caza de la anécdota que se retuitea mucho, todos los tiktokers están en Callao y Preciados haciendo la pregunta más particular.
Caiga quien caiga puede ser anacrónico en nuestro tiempo. Aunque todo depende de cómo se haga, claro. La televisión siempre debe aprender de su historia. Lo que nos enseña que el éxito de CQC más que en el formato en sí estuvo más en la osadía y el compromiso de los autores que se encontraron en aquel programa (Wyoming, Carbonell, Juanjo de la Iglesia, Sergio Pazos...) en un momento en el que los políticos no se quitaban nunca el traje de la seriedad. Dónde quedó aquello.