La idea de cocinar en los lavavajillas no es nueva, ni mucho menos. Hay referencias a este tipo de prácticas en la década de los 80, aunque es a raíz de la publicación de un libro de recetas exclusivamente para ser cocinadas en lavavajillas, ya hace casi 10 años, cuando esta tendencia toma cierta relevancia. Este método parte de la idea de aprovechar las temperaturas que se generan durante el lavado para cocinar lo que se introduce en recipientes tapados de forma hermética, algo así como una variación de la saludable cocina al vapor.
Desde un punto de vista ecológico es muy interesante aprovechar el calor del lavavajillas para cocinar los alimentos, y más teniendo en cuenta el precio de la luz en los últimos meses. Pero esto conlleva un peligro químico, ya que si queremos aprovechar el calor del lavavajillas deberemos confiar en que el recipiente sea hermético, mejor los de cristal con goma y cierre de clip. No son adecuados los envases de plástico que usamos regularmente para guardar la comida, tampoco aquellos de vidrio con tapa de plástico.
También hay que tener en cuenta que en el lavaplatos puede haber restos de comida que, sumado a la humedad, puede convertirse en el caldo de cultivo perfecto para bacterias y otros organismos nada deseables en cuanto a higiene alimentaria se refiere. Lo ideal es cortar los ingredientes en trozos pequeños para que se cuezan bien, esto es importante en el caso del pollo o la carne.
Una vez relleno, meter el tarro en la parte superior del lavavajillas, preferiblemente en el centro. Al abrir el lavaplatos estará caliente así que hay que tener cuidado de no quemarse. Si consumes los alimentos enseguida evitarás que se deterioren y estarán más sabrosos y en su punto. En el caso de compotas, mejor dejar que se templen y luego meterlas en la nevera para que cojan temperatura.