Hedy Lamarr, conocida por su carrera en la gran pantalla de Hollywood, también se erige como una de las mentes más brillantes y visionarias de la tecnología moderna. No es exagerado afirmar que su invento sienta las bases de la conectividad inalámbrica actual: el Wifi. Nacida en Viena, Austria, en 1914, Lamarr emigró a los Estados Unidos justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Aunque disfrutaba de una exitosa carrera como actriz, su verdadera pasión yace en la ciencia y la invención. Esta pasión le llevó a co-crear un sistema que permitía la comunicación segura entre los aliados durante la guerra. Junto con su compañero, el compositor George Antheil, Lamarr desarrolló un sistema de 'salto de frecuencia'. Este permitía que los torpedos guiados por radio cambiarán las frecuencias de manera constante para evitar ser detectados y vigilados por el enemigo.
La idea se le ocurrió mientras estaba en una cena y escuchaba a los músicos cambiar de una partitura musical a otra sin perder el ritmo. Aunque el proyecto fue revolucionario, fue rechazado inicialmente por la Marina de los Estados Unidos. No fue hasta la década de 1960 cuando se empezó a utilizar en las comunicaciones militares, y finalmente, en la creación de la tecnología que conocemos como Wifi. La contribución de Lamarr a la tecnología moderna fue reconocida póstumamente. En 1997, recibió el premio a la «Pionera en la Tecnología» por parte de la Electronic Frontier Foundation. A pesar de estos reconocimientos tardíos, su participación a la tecnología moderna es innegable.
El Wifi ha transformado nuestra vida cotidiana, permitiéndonos comunicarnos y acceder a la información desde cualquier lugar del mundo. Cada vez que conectamos nuestros dispositivos a una red, estamos utilizando una tecnología que fue concebida por una actriz de Hollywood que tenía una pasión por la invención y una visión para el futuro. Su historia es un poderoso recordatorio de que la innovación puede venir de los lugares más inesperados. Su legado continúa inspirando a las futuras generaciones de inventores, demostrando que no hay límites para la creatividad y la curiosidad humana.