Existen alimentos que se deterioran con el paso del tiempo, pierden el color, cambian de sabor... Sin embargo, eso no impide su consumo. De hecho, la mayoría de productos contienen una fecha de consumo preferente, lo que es lo mismo, una indicación que señala el momento hasta el cual el producto conservará sus condiciones óptimas. Tras ese vencimiento, perderá alguna de sus cualidades pero no será perjudicial. Lo que no es lo mismo que la fecha de caducidad, la cual limita el periodo seguro para ingerir el alimento.
Según la OCU, hay 10 alimentos que se pueden consumir tras la fecha indicada en el exterior del envase, siempre y cuando su recipiente se haya mantenido cerrado y no presenten signos de deterioro. Además, sus cualidades organolépticas, es decir, el olor, color y sabor; deben evidenciar su buen estado. La lista de productos es la siguiente: miel, sal, pimienta, yogures, frutos secos, refrescos, alcohol, pasta, arroz, legumbres, mermeladas, mantequillas, envases de tomate frito y quesos curados. Es importante recordar que su estado de conservación depende del ambiente en el que se encuentren, siendo favorable un lugar seco y alejado de la luz solar.
Por ejemplo, el arroz puede mantener sus nutrientes y su sabor hasta 30 años si se almacena en un recipiente hermético a una temperatura de 5 grados. A estos productos, se pueden añadir otros alimentos que no caducan como el aceite, el café molido, el azúcar, el vinagre y otros condimentos como las especias (pimentón, canela, orégano...). Su consumo no supone un riesgo microbiológico para el organismo. En el lado contrario del espectro, se encuentran alimentos frescos como las frutas, las verduras, los huevos, la carne y el pescado que sí deben ser consumidos dentro del límite indicado por la empresa fabricante. Lo mismo sucede con preparados caseros como la pasta fresca, productos de panadería u otros que contengan huevo.