Es una noche de verano y estás en la cama esperando caer en un sueño profundo. De repente, un sonido agudo interrumpe tu intento de dormir. Un mosquito ha decidido volar cerca de la oreja, pero, ¿por qué se sienten atraídos por nuestros oídos? Contrariamente a la creencia popular, los mosquitos no eligen nuestro oído como objetivo por alguna preferencia especial. La verdadera razón es mucho más científica y tiene que ver con cómo estos insectos utilizan sus sentidos para navegar en el mundo.
En primer lugar, los mosquitos, como muchas otras especies de insectos, son atraídos por el dióxido de carbono (CO2) que exhalamos al respirar. Cuando estamos dormidos y nuestro movimiento es mínimo, nuestro aliento es la señal más obvia para un mosquito de que hay un ser humano cerca. Las corrientes de aire que genera nuestra respiración, al llevar consigo CO2 y otros compuestos orgánicos volátiles que exudamos, actúan como un rastro de migas de pan que los mosquitos pueden seguir hasta llegar a su fuente. Los órganos sensoriales en las antenas de los mosquitos les permiten detectar estas señales químicas y les guían hacia su objetivo.
En segundo lugar, los mosquitos son atraídos por el calor. Nuestro cuerpo, especialmente la cabeza, emite una gran cantidad de calor, que los mosquitos pueden percibir con su órgano termosensorial. Dado que nuestras orejas son una de las partes más expuestas y calientes de nuestro cuerpo mientras dormimos, es natural que los mosquitos se sientan atraídos por ellas. Por último, aunque menos importante, los mosquitos pueden sentir las vibraciones y sonidos que producimos, incluso los más sutiles, como el zumbido de nuestra sangre a través de nuestras venas. Nuestros oídos, al ser cavidades resonantes pueden amplificar estos sonidos, convirtiéndose en un objetivo aún más atractivo para estos pequeños vampiros.
En resumen, la atracción de los mosquitos hacia nuestros oídos es un subproducto de su búsqueda de alimento guiada por los sentidos. La proximidad de nuestro oído a las señales químicas y térmicas que los mosquitos buscan, combinada con su capacidad para amplificar sonidos corporales, hace que nuestros oídos sean puntos de interés para estos molestos insectos nocturnos. Entender esta lógica puede no evitar que los mosquitos te molesten en una noche de verano, pero al menos puedes estar seguro de que no es nada personal. Como dice el dicho, no eres tú, es el mosquito. Y aunque la ciencia no puede hacer que el zumbido sea menos molesto, al menos puede ayudarnos a entender por qué sucede.