¿Cuántas veces al día nos enfadamos o nos irritamos? A veces son pequeñas cosas, como el molesto empujón en el metro, o el desagradable comentario de un compañero en el trabajo. Aunque siempre puede ser peor, como que tus compañeros hagan un plan de cañas sin contar contigo. Cuando esas tensiones emergen, es difícil controlarlas. Por ese motivo, la directora de RÉTATE Consultora de talentoS, Raquel Ruiz Rodríguez, analiza sobre este tema y explica que cuando nuestro sistema automático se apodere de nosotros e identifique esta situación como amenazante en la posición social. Y si no somos capaces de «evitar» respuesta defensiva, es posible que la respuesta que aportemos sea mucho mas sencilla, imprudente o simple de lo que aportaríamos cuando estamos en el modo reflexivo o sensato.
Es decir, nuestras capacidades cognitivas ante la tensión nos abandonan cuando más lo necesitamos. ¿Cómo podemos reducir las amenazas para conseguir que nuestro pensamiento nos acompañe y sean favorables? De algún modo, debemos conseguir que las amenazas no sean tales y lograr que nuestra atención se centre en otra cosa con mayor interés. Entonces, ¿podríamos adoptar un pensamiento positivo sobre la cuestión? Solo recordando las mejores cosas que nos han pasado en el día, y así dar acceso a nuestras capacidades cognitivas abandonadas durante el espacio de la frustración, el engaño, o el enfado. Raquel Ruiz Rodríguez nos deja algunas claves que pueden ayudar a potenciar la memoria:
Recuerda experiencias positivas: momentos o experiencias que hayan sido positivas, y que reduzcan el estrés.
Un minuto de relajación, y atención plena para recuperar la tranquilidad.
Recuerda otras ocasiones en la que superaste desafíos anteriores para fortalecer la resiliencia y ayudar a enfrentar situaciones estresantes de manera más efectiva.
Haz ejercicio de manera regular para mejorar la memoria y prevenir el estrés.
En siguientes ocasiones cuando tengas situaciones similares, la capacidad de reacción y decisión sobre el pensamiento, emoción y comportamiento que quieres adoptar, será únicamente tuya.
Imagina que estas dando una clase, y todo fluye, pero de repente alguien molesto comienza a generar un ambiente negativo, de queja, y este comienza a dominar sobre el resto. Puede que decidas cortar e imponer, o puede que pienses: ¿cómo puedo retomar el entorno anterior en el que imperaba la amabilidad, y cordialidad? Puedo volver y recordar: ¿Cuál era la intención que tenia hoy en la clase? Y después preguntarte: ¿Qué emoción quiero retomar? Para eso, puedes recordar aquello que te gusta de lo que haces, allí, de porque das clases, y que es aquello que te genera sonrisa, y te gusta. Y desde ahí, contestar a cada una de las preguntas, desde la calma y la sensatez. ¿Te apuntas a potenciar tu memoria para minimizar el estrés?