Aunque el resfriado suele asociarse con el invierno, es posible enfermarse incluso en pleno verano y principios de otoño. Esto se debe a que diferentes virus causan los resfriados dependiendo de la temporada. Mientras que los rinovirus predominan en el invierno, en verano los enterovirus no polio son los principales culpables. Estos virus pueden causar síntomas similares a los del resfriado común, como fiebre, dolor de garganta y molestias gastrointestinales. Su propagación ocurre principalmente a través del contacto con superficies contaminadas o personas infectadas.
Una razón clave por la cual los resfriados ocurren en verano es el cambio en el «paisaje viral». Durante los meses cálidos, los enterovirus se vuelven más activos, afectando tanto a niños como a adultos. Aunque muchas personas pueden no desarrollar síntomas, los que lo hacen pueden experimentar fiebre alta y malestar general.
El aire acondicionado también juega un papel importante, ya que la fluctuación entre temperaturas frías y cálidas debilita el sistema inmunológico, facilitando la entrada de estos virus. Además, las personas suelen pasar más tiempo en lugares cerrados, aumentando el riesgo de contagio.
Para prevenir resfriados en verano, se recomienda lavar las manos con frecuencia, evitar compartir objetos personales y mantener una buena hidratación. Aunque no existe una cura para el resfriado, los síntomas pueden aliviarse con descanso, hidratación y analgésicos suaves.