La tradición de montar el belén en los hogares durante la Navidad es una costumbre arraigada que simboliza el nacimiento de Jesús y aporta un ambiente festivo y espiritual. Para recrear fielmente esta escena, es fundamental conocer las figuras imprescindibles que deben estar presentes en el portal.
En el centro del belén se sitúa la Sagrada Familia, compuesta por el Niño Jesús, la Virgen María y San José. El Niño Jesús, representado como un recién nacido acostado en un pesebre, es la figura principal que simboliza la llegada del Salvador. A su lado, la Virgen María, su madre, suele aparecer arrodillada o sentada, mostrando una actitud de adoración y ternura hacia su hijo. San José, esposo de María, se representa de pie o inclinado, protegiendo a su familia con una actitud serena y paternal.
Junto a la Sagrada Familia, es común encontrar al buey y la mula, animales que, según la tradición, estuvieron presentes en el establo y proporcionaron calor al recién nacido. Estos animales añaden un toque de humildad y sencillez a la escena, resaltando el entorno modesto en el que tuvo lugar el nacimiento.
Los pastores también desempeñan un papel esencial en el belén. Representan a las primeras personas que, tras ser avisadas por los ángeles, acudieron a adorar al Niño Jesús. Su presencia simboliza la sencillez y la devoción de la gente humilde que reconoce la divinidad del recién nacido. A menudo, se les acompaña de ovejas, reflejando su oficio y aportando dinamismo a la representación.
Los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, son figuras que no pueden faltar en el belén. Procedentes de Oriente, llegaron guiados por una estrella para ofrecer regalos simbólicos al Niño Jesús: oro, incienso y mirra. Su inclusión en el belén representa la universalidad del mensaje de Cristo y la adoración de todas las naciones. Tradicionalmente, se les ubica en camino hacia el portal, simbolizando su viaje y la esperanza de llegar al destino sagrado.
Además de estas figuras principales, es habitual incorporar ángeles que anuncian el nacimiento, así como diversos elementos que enriquecen la escena, como el pesebre, el establo, estrellas y paisajes que contextualizan el entorno. La disposición y el detalle de cada figura permiten personalizar el belén, reflejando la creatividad y la devoción de quienes lo montan.