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Qué significa que pidas la cuenta al camarero con gestos, según la psicología

Estos comportamientos no verbales revelan aspectos fundamentales de nuestra interacción social y capacidad adaptativa

Imagen de recurso de dos mujeres tomando algo en un restaurante | Foto: Pexels | Andrea Piacquadio

| Palma |

Los gestos que realizamos al pedir la comanda en un restaurante, como levantar la mano o simular la acción de beber, van mucho más allá de ser simples movimientos. Según los expertos en psicología de la comunicación, estos comportamientos no verbales revelan aspectos fundamentales de nuestra interacción social y capacidad adaptativa. Este lenguaje silencioso, que utilizamos casi instintivamente en entornos de restauración, constituye un complejo sistema de comunicación con profundas raíces psicológicas y culturales.

Cuando un cliente decide comunicarse con el camarero mediante gestos en lugar de palabras, está poniendo en práctica mecanismos psicológicos específicos. Estos movimientos, aparentemente simples, funcionan como un código compartido entre personas que no necesariamente comparten idioma o que se encuentran en un ambiente ruidoso donde la comunicación verbal resulta difícil. Los psicólogos señalan que este tipo de interacciones demuestran la versatilidad del cerebro humano para adaptar sus formas de comunicación según las circunstancias sociales.

Este comportamiento tan habitual en restaurantes y bares también refleja nuestra inteligencia social y capacidad para movernos eficientemente en espacios públicos. Los expertos destacan que la elección de gestos sobre palabras puede estar motivada por diversos factores contextuales, como el ruido ambiental, la distancia física, o incluso por cuestiones de personalidad y preferencias individuales en la forma de interactuar con otros. Desde el punto de vista de la psicología, cuando utilizamos gestos para pedir la comanda estamos empleando una comunicación no verbal consciente y con propósito específico. «Este tipo de comunicación refleja una intención clara -hacer un pedido- pero a través de un canal no verbal», explican los especialistas.

Esta elección puede estar motivada por diversos factores como el contexto ruidoso del restaurante, la búsqueda de discreción, barreras idiomáticas o simplemente por considerar que es más rápido y eficiente. Otro aspecto es que estos gestos representan símbolos compartidos culturalmente. Simular beber llevando la mano a la boca o hacer como si usáramos cubiertos son convenciones reconocibles en la mayoría de contextos de restauración, aunque no sean universales. Este fenómeno demuestra cómo nuestro cerebro codifica significados a través de símbolos compartidos como parte del aprendizaje social que adquirimos a lo largo de nuestra vida.

Los psicólogos también señalan que estos comportamientos revelan nuestra capacidad de adaptación social. «Si por alguna razón no podemos o no queremos hablar, recurrimos al cuerpo como herramienta comunicativa alternativa», señalan los expertos en comunicación no verbal. Esta flexibilidad demuestra inteligencia social: adaptamos nuestro comportamiento al entorno y a la situación específica para lograr nuestro objetivo de forma eficiente. Solicitar la comanda mediante gestos implica también un dominio consciente del espacio interpersonal.

Al hacerlo, reconocemos que el camarero está fuera de nuestra zona de conversación inmediata y buscamos establecer contacto visual como señal para iniciar una interacción. Los especialistas en proxémica -el estudio del espacio personal y social- destacan que esto muestra nuestra capacidad para comprender y utilizar el espacio social, así como para identificar el momento adecuado para intervenir. La forma específica en que realizamos estos gestos también puede revelar aspectos de nuestra personalidad. Dependiendo de cómo sea el gesto, puede comunicar distintos niveles de asertividad o timidez. Un gesto claro, directo y amable suele indicar asertividad social, mientras que uno inseguro o vacilante puede reflejar introversión o un deseo de no molestar al personal. Estas sutilezas son captadas inconscientemente tanto por quien realiza el gesto como por quien lo recibe.

Además, estos movimientos corporales transmiten información sobre nuestro estado emocional. Los gestos impacientes, como agitar la mano rápidamente, pueden reflejar ansiedad o frustración, mientras que los gestos suaves acompañados de una sonrisa demuestran amabilidad y una disposición positiva hacia la interacción. Esta capacidad para transmitir emociones a través del cuerpo es un aspecto fundamental de la comunicación humana.

¿Cómo interpreta la neurociencia estos comportamientos?

La neurociencia moderna ha aportado perspectivas interesantes sobre estos comportamientos sociales. Estudios recientes han demostrado que el cerebro activa áreas específicas cuando utilizamos gestos con intención comunicativa, diferentes de las que se activan durante la comunicación verbal. Esto sugiere que ambos sistemas de comunicación, aunque complementarios, funcionan de manera relativamente independiente en nuestro cerebro. Los investigadores han identificado que las neuronas espejo, un tipo especial de células cerebrales que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a alguien realizarla, juegan un papel crucial en la comprensión de los gestos comunicativos. Estas neuronas nos permiten entender la intención detrás del gesto de otra persona, como cuando un cliente simula escribir en el aire para pedir la cuenta.

También resulta interesante que, según estudios publicados a principios de este 2025, la frecuencia con que las personas recurren a gestos para comunicarse en entornos públicos ha aumentado en los últimos años. Los expertos atribuyen esto al incremento de entornos multiculturales y a la globalización, que ha hecho que los gestos universales sean cada vez más útiles como herramienta de comunicación transcultural. La cultura juega un papel determinante en cómo y cuándo utilizamos gestos para comunicarnos en espacios públicos como restaurantes.

En algunos países mediterráneos, incluida España, la comunicación no verbal tiende a ser más expresiva y frecuente que en culturas nórdicas o asiáticas, donde puede considerarse más apropiado esperar pacientemente a ser atendido sin realizar gestos llamativos. Un estudio comparativo realizado entre establecimientos de restauración en Madrid, Estocolmo y Tokio durante 2024 reveló diferencias significativas en la frecuencia y tipo de gestos utilizados por los clientes. Los españoles mostraron una mayor tendencia a utilizar gestos amplios y expresivos, mientras que los suecos y japoneses preferían señales más sutiles o esperaban a establecer contacto visual con el camarero antes de realizar cualquier gesto.

Las preferencias individuales también influyen significativamente en la elección entre comunicación verbal o gestual. Los psicólogos han identificado varios factores personales que pueden llevar a alguien a preferir los gestos cuando se encuentra en un restaurante. Entre ellos, la timidez social juega un papel importante para muchas personas que encuentran menos intimidante hacer un gesto discreto que llamar verbalmente la atención del camarero.

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