Los bosques de pinos de Mallorca se transforman cada otoño en auténticos paraísos micológicos donde el picornell (Lactarius sanguifluus) emerge como la estrella indiscutible entre los buscadores de setas. Con su característico color anaranjado con tonalidades vinosas y su inconfundible aroma terroso, este hongo se ha posicionado como uno de los más codiciados de la temporada micológica en 2025, especialmente tras las recientes lluvias que han favorecido su proliferación en diferentes comarcas de la isla.
Las condiciones meteorológicas de las últimas semanas han propiciado que los primeros ejemplares comiencen a asomar en zonas estratégicas como el Raiguer, diversos puntos de la Serra de Tramuntana y el Pla de Mallorca. Expertos micólogos señalan que, aunque la temporada ha comenzado con cierta lentitud, las previsiones meteorológicas apuntan a un notable incremento en la aparición de estos apreciados hongos durante las próximas semanas, lo que ha generado gran expectación entre aficionados y profesionales de la recolección.
El picornell, también conocido en otras regiones como níscalo o robellón, tiene predilección por los pinares mediterráneos con suelos calizos y buena aireación, características que abundan en el ecosistema balear. Su presencia no solo representa un tesoro gastronómico, sino que constituye un indicador de la salud y equilibrio del bosque mallorquín, estableciendo relaciones simbióticas esenciales con los pinos que enriquecen la biodiversidad del entorno.
El oro naranja de la gastronomía mallorquina
La tradición culinaria en torno al picornell está profundamente arraigada en la cultura mallorquina. Su carne compacta y su característico sabor ligeramente dulce lo convierten en un ingrediente versátil y codiciado en la gastronomía local. A diferencia de otras variedades, el picornell mantiene su textura incluso después de prolongadas cocciones, lo que permite su incorporación en numerosos platos tradicionales.
Los restaurantes de la isla han comenzado ya a incorporar estas setas en sus menús de temporada, ofreciendo desde propuestas tradicionales como arroces caldosos con picornells, revueltos con huevos camperos, o las típicas "cocas" mallorquinas, hasta elaboraciones más contemporáneas que fusionan la esencia de este producto con técnicas culinarias innovadoras. El aumento de su demanda ha provocado que su precio en los mercados locales oscile entre los 15 y 25 euros por kilo, dependiendo de la calidad y tamaño de los ejemplares.
Una actividad social arraigada en la cultura isleña
La búsqueda de picornells trasciende lo meramente gastronómico para convertirse en una actividad social profundamente arraigada en la tradición mallorquina. Familias enteras participan en excursiones a los pinares durante los fines de semana de otoño, transmitiendo conocimientos ancestrales sobre identificación, recolección y conservación de estas setas.
Las autoridades locales han intensificado las campañas informativas sobre recolección responsable, advirtiendo sobre los riesgos de confundir el picornell con especies similares pero tóxicas, como el Lactarius torminosus, que puede provocar trastornos gastrointestinales. La Conselleria de Medio Ambiente del Govern Balear ha editado guías específicas y organiza jornadas formativas para fomentar prácticas seguras y sostenibles.
Lactarius sanguifluus: biología y función ecológica
El picornell pertenece al género Lactarius, caracterizado por la secreción de látex al cortar o dañar sus tejidos. En el caso del Lactarius sanguifluus, este látex presenta una coloración rojiza característica que ayuda a su identificación. Su sombrero, que puede alcanzar hasta 15 centímetros de diámetro, muestra tonalidades que van desde el anaranjado hasta el vinoso, con láminas decurrentes de color anaranjado que oscurecen con la maduración.
Desde el punto de vista ecológico, el picornell desempeña una función esencial como hongo micorrízico en los ecosistemas forestales mediterráneos. Esta relación simbiótica con los pinos facilita el intercambio de nutrientes: el hongo proporciona al árbol minerales y agua que extrae del suelo, mientras que el pino aporta al hongo compuestos orgánicos procedentes de la fotosíntesis.
Estudios recientes de la Universidad de las Islas Baleares han demostrado que la presencia de estos hongos contribuye significativamente a la resiliencia de los bosques frente al estrés hídrico y las altas temperaturas, factores cada vez más frecuentes debido al cambio climático en el Mediterráneo. Estos hallazgos refuerzan la importancia de proteger no solo la especie, sino también su hábitat natural.
Los picorneles se hasen debajo de los naranjos. En Sóller hay muchos. También se pueden encontrar en la playa den Repic. La foto de los picoreneles que han publicado se nota perfectamente que son de Sóller, por su color tan intenso y netedad.