Cuando llega el otoño, las consultas médicassuelen repuntar debido a un aumento notable de enfermedades respiratorias. Múltiples pacientes presentan síntomas similares y la población se pregunta cómo distinguir correctamente entre un resfriado común y una gripe. Esta confusión es especialmente frecuente en niños, quienes requieren mayor atención sanitaria.
Reconocer las diferencias entre estas dos enfermedades resulta fundamental para aplicar el tratamiento adecuado y evitar complicaciones. Además, una correcta identificación permite el uso responsable de medicamentos y mejora las estrategias de prevención en centros educativos y laborales. En este contexto, la enfermera escolar Nati Madrid ha destacado los signos más característicos de cada cuadro para facilitar su diagnóstico precoz.
Para los especialistas, entender que el resfriado es una afección leve, generalmente viral, mientras que la gripe puede provocar síntomas más intensos y requerir mayor vigilancia, es clave. A continuación, se explican en detalle las diferencias, recomendaciones para su manejo y la importancia de seguir medidas higiénicas para frenar la propagación.
El resfriado común suele manifestarse mediante síntomas leves como secreción nasal abundante (mocos), tos suave y en ocasiones congestión respiratoria. En general, no provoca fiebre alta, o esta se mantiene baja y pasajera. Los afectados continúan con sus actividades cotidianas salvo que presenten un estado de cansancio excesivo, poco frecuente en estos casos.
En contraste, la gripe presenta un cuadro clínico más severo desde la aparición de los signos iniciales. La fiebre alta, que puede superar los 38ºC, es uno de sus indicadores principales. A esto se suman síntomas que afectan todo el organismo, como dolores musculares intensos, cansancio pronunciado, escalofríos y malestar general. Los pacientes con gripe reportan mayor dificultad para realizar tareas diarias y, en ciertos colectivos de riesgo, puede derivar en complicaciones graves, precisando hospitalización.
Consejos de prevención
En otoño e invierno, las bajas temperaturas y la mayor permanencia en interiores facilitan la transmisión de virus respiratorios. El resfriado y la gripe comparten vías de contagio, principalmente a través de gotículas expulsadas al hablar, toser o estornudar, y por contacto con superficies contaminadas.
Por ello, Madrid insiste en medidas simples pero efectivas como lavado frecuente de manos, uso de pañuelos desechables y ventilación regular de espacios cerrados. En centros escolares y zonas con alta concentración de personas, estas prácticas ayudan a reducir significativamente los casos. La enfermera destaca que «en otoño llegan los mocos y también las dudas», haciendo un llamado a la población para informarse correctamente y aplicar hábitos protectores.