El mercado de la calefacción doméstica ha experimentado una transformación en los últimos años. Las tradicionales estufas de gas están quedando relegadas a un segundo plano frente a alternativas más eficientes, seguras y respetuosas con el medio ambiente. A la hora de elegir un sistema de calefacción, resulta fundamental analizar las características específicas de cada vivienda. Factores como el tamaño, el nivel de aislamiento, los patrones de uso o la ubicación geográfica determinan qué solución resulta más adecuada en términos de eficiencia y economía.
Entre las opciones más recomendadas destaca la bomba de calor, en sus diferentes variantes (aerotermia, aire-aire o aire-agua). Este sistema se ha consolidado como uno de los más eficientes disponibles actualmente en el mercado. Su principal ventaja radica en su capacidad para generar entre 3 y 5 kWh de calor por cada kilovatio hora de electricidad consumida, según datos proporcionados por Endesa. No obstante, también presentan inconvenientes: su instalación inicial puede resultar costosa y, en viviendas antiguas, podría requerir refuerzos adicionales en el aislamiento o adaptaciones en la estructura.
Los radiadores eléctricos representan otra alternativa popular. Su principal atractivo reside en la facilidad de instalación, ya que muchos modelos simplemente requieren conectarse a un enchufe convencional. Además, no necesitan gas ni mantenimiento complejo. Son especialmente recomendables para habitaciones pequeñas o para usos puntuales o temporales, como pisos de reducidas dimensiones, apartamentos o segundas residencias. Sin embargo, este tipo de sistemas también presenta limitaciones significativas.
Una tendencia en auge consiste en combinar los sistemas mencionados con fuentes de energía renovable. Esta aproximación se perfila como una de las opciones más prometedoras para el futuro, especialmente para quienes priorizan minimizar su impacto ambiental y optimizar costes a largo plazo. Los datos del Observatorio de la Sostenibilidad en España muestran que durante 2024, las instalaciones domésticas de paneles solares aumentaron un 28% respecto al año anterior, impulsadas por la creciente conciencia ecológica y las ayudas gubernamentales para la transición energética.
Factores clave antes de cambiar el sistema de calefacción
Antes de decidirse por un cambio en el sistema de calefacción, los expertos recomiendan evaluar varios aspectos fundamentales. El aislamiento de la vivienda constituye quizás el factor más determinante: paredes, ventanas y techos que no aíslen correctamente reducirán la eficiencia de cualquier sistema, ya sea eléctrico o de bomba de calor. El patrón de uso también debe considerarse detenidamente. Para viviendas pequeñas o calefacción de uso ocasional, los radiadores eléctricos pueden resultar suficientes.
En cambio, para hogares espaciosos o que requieren calefacción continua, una bomba de calor suele ser más rentable a medio y largo plazo. El suministro eléctrico disponible y las tarifas contratadas también juegan un papel crucial en la ecuación. En un contexto de precios elevados de la electricidad, resulta especialmente importante valorar adecuadamente el consumo previsto y la eficiencia del sistema antes de tomar una decisión. Aunque las estufas de gas (ya sean de butano, propano o gas natural) proporcionan calor rápidamente, presentan riesgos significativos si no se utilizan correctamente o si la vivienda carece de una ventilación adecuada.
El peligro más grave está asociado al monóxido de carbono (CO), un gas incoloro e inodoro que puede generarse cuando la combustión no es completa, ya sea por mala ventilación, suciedad en el quemador o fugas internas. Otro problema asociado a estos dispositivos es el consumo de oxígeno en la habitación. Las estufas de gas de combustión directa, que queman el combustible dentro del propio espacio habitable, consumen el oxígeno del aire interior. Si no se permite la entrada de aire fresco, la combustión empeora, lo que incrementa la producción de monóxido de carbono y puede provocar sensación de malestar o mareos entre los ocupantes.
¿Cómo utilizar estufas de gas de forma segura?
Para quienes continúen utilizando estufas de gas mientras planifican su transición a sistemas más modernos, los especialistas recomiendan una serie de medidas de precaución. El mantenimiento regular resulta igualmente importante: mantener la estufa limpia y someterla a revisiones periódicas por personal cualificado ayuda a prevenir problemas. Asimismo, se aconseja reemplazar las mangueras y el regulador según la fecha de caducidad indicada por el fabricante.
Estos dispositivos, disponibles por precios relativamente económicos, alertan sobre concentraciones peligrosas de CO antes de que estas alcancen niveles nocivos. Para localidades con clima suave o moderado, como ocurre en muchas zonas de Baleares, donde los períodos de frío no son extremos, los expertos coinciden en que la bomba de calor representa la alternativa óptima a largo plazo. Su eficiencia, menor impacto ambiental, funcionalidad dual (proporcionando tanto calefacción como refrigeración) y el confort que ofrece la convierten en la opción preferente para viviendas de uso habitual.
En cambio, para hogares de dimensiones reducidas o para quienes buscan una solución económica y sencilla, los radiadores eléctricos pueden resultar suficientes, especialmente si se destinan a un uso puntual o como complemento a otros sistemas de calefacción. Su facilidad de instalación y ausencia de mantenimiento los convierte en una opción atractiva para determinados perfiles de usuario. La evolución hacia sistemas de calefacción más eficientes y sostenibles se enmarca en el contexto más amplio de la transición energética que está experimentando España.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 establece objetivos ambiciosos en cuanto a reducción de emisiones y mejora de la eficiencia energética en el sector residencial. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, los fondos destinados a programas de rehabilitación energética de edificios y viviendas se han incrementado un 40% en el último año. Estas iniciativas incluyen subvenciones específicas para la sustitución de sistemas de calefacción basados en combustibles fósiles por alternativas más sostenibles.