Nueva York fue el escenario de la segunda rueda de prensa del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, desde que acudió a la ronda de consultas del rey tras la que Felipe VI designó al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, candidato a la investidura. La primera fue inmediatamente después de salir del Palacio de la Zarzuela y en ella, el pasado 22 de agosto, ya dio por fracasado el intento de Feijóo y consideró que la única opción posible que evitaría la repetición de elecciones es la reedición de su Ejecutivo de coalición.
En ese momento, con Junts como elemento imprescindible para que Sánchez renueve mandato, ya estaba sobre la mesa la petición de una amnistía que más adelante quiso oficializar de forma solemne el propio presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont. Se le preguntó por ello al presidente del Gobierno en aquella ocasión, pero evitó hacer comentario alguno al considerar que no era el momento, un argumento que ha repetido en las comparecencias públicas en las que, sin preguntas de los informadores, ha hecho referencia al proceso de investidura.
El mensaje es que hablará cuando toque, y cuando toque es una vez que, en una nueva ronda de consultas, el rey le encargue intentarlo. Había lanzado también Sánchez la idea de que será coherente con todo lo que ha venido haciendo para lograr la convivencia en Cataluña, pero en su comparecencia en Nueva York ha dado algún detalle de lo que quiere decir con eso. Ser coherente es que va a seguir la senda del diálogo pero también la de la desjudicialización del problema catalán.
Lo ha explicado tras plantearle si sigue pensando, tal y como había afirmado reiteradas veces, que Puigdemont debe responder ante los tribunales tras haber huido de España. No ha respondido directamente, pero sí ha comentado que, más allá del respeto a la Justicia, su pretensión es insistir en la vía política ya que cree que nunca debería haberse judicializado el problema. Pero no es una posición de ahora porque ha afirmado que ya se la trasladó a Mariano Rajoy cuando, siendo éste presidente del Gobierno, la Fiscalía General del Estado, con José Manuel Maza al frente, abrió la puerta a esa judicialización.
¿Eso significa que está dispuesto a que Puigdemont no sea juzgado y que se conceda la amnistía que pide y que el líder de ERC, Oriol Junqueras, afirma que ya se ha pactado? No lo ha aclarado. Tampoco ha desmentido al dirigente de Esquerra, pero sus palabras dejan entrever que puede estar dispuesto a hablar de ello. Aún queda tiempo para que se pueda escuchar en su boca si se abre a conceder la amnistía ya, si quedaría aún un largo camino para ello aunque se comprometa a dar los pasos necesarios, o si lo ve como algo difícil de que convertirse en realidad.
Primero, el Congreso debe rechazar la investidura de Feijóo en una segunda votación que se celebrará el viernes de la próxima semana, y después Felipe VI debe convocar una nueva ronda de consultas de la que Sánchez saldría como candidato. Y ese será el momento, según asegura, de hablar claro sobre todo, también sobre la amnistía.
Pero sus palabras de este miércoles en las que ha explicado que cuando dice que va a ser coherente con lo que ha hecho hasta ahora para lograr la normalización y estabilización de la situación política en Cataluña, ya está «diciendo mucho», permiten elucubrar sobre la posibilidad de que prospere esa exigencia de Puigdemont.
Evita Moncloa comentar si sería posible que una ley de amnistía estuviera tramitada en el Parlamento antes de la investidura, tal y como reclama el expresidente, porque parafraseando a Sánchez, recalcan que no es el momento para hablar de ello. Un argumento que repiten ante la hipótesis de que a cambio de la amnistía se renuncie a la unilaterlidad.
Todo queda aplazado hasta que el Congreso dé la espalda a Feijóo. Y Feijóo, consciente de que su investidura no es posible y que llegará el tiempo de la negociación para la de Sánchez, ya ha alertado sobre lo que, según él, significan las palabras de este miércoles del presidente en funciones: abre la puerta a la amnistía a los fugados que prometía traer a España para ser juzgados.