Antonio Acosta, el primer ciudadano sordociego de España que presidirá en Tenerife una mesa electoral el próximo domingo, ha expresado que no es de las tareas más difíciles que puede hacer una persona sordociega ya que hay otras «más complicadas» aunque siempre precisa apoyo profesional.
Acosta explica que el próximo domingo, a lo largo de la jornada electoral, le acompañará un guía intérprete que le contextualizará lo que allí suceda y le contará todo lo que ocurre a su alrededor.
De la jornada, Acosta espera que «aunque no se le pueda poner el sentido de la vista ni del oído», se le ponga «sentido común» y se «saque adelante» una jornada «de lo más normal posible y sin dificultades en la que las anécdotas que haya sean las propias de un día de elecciones y no porque haya una persona sordociega presidiendo la mesa.
También quiere diferenciar entre el papel de un intérprete y un guía intérprete, ya que, según explica, el primero es para personas sordas y puede atender a 20 a la vez mientras que alguien con sordoceguera precisa de un intérprete para él solo que contextualice todo lo que está pasando.
Confiesa que cuando le llegó la notificación «se quedó un poco asombrado» y sintió «un poco de risa», aunque sabía que la posibilidad existía pero que «como pasa cada cuatro años te olvidas».
Además, señala que sobre la marcha pensó que podría ser una buena oportunidad para dar visibilidad a la sordoceguera y propiciar un movimiento para llegar a la ciudadanía de formá rápida a través de una circunstancia, la de presidir una mesa, «que tendría que ser normal».
Además espera que tras el 28 de abril, su caso ayude a una mayor concienciación social sobre las limitaciones, dificultades y también posibilidades de las personas con sordoceguera.
Presidir una mesa electoral, indica, «forma parte de la vida», por lo que es bueno conocer las dificultades de quienes conviven con esta discapacidad porque lo primero que suele preguntarse la gente es qué puede hacer una persona sordociega y qué no, aunque «lo normal es que piensen que no puedes hacer nada».
Para Acosta la principal dificultad es el elevado número de personas que ignora la existencia de esta «particularidad sensorial» y que supone la ausencia total o parcial de vista y oído.
«Hay un desconocimiento radical de la sociedad y de la administración. Es necesaria una legitimación del marco legislativo de esta discapacidad que ahora mismo se plantea como una sola discapacidad pero que hasta hace poco se concebía como la suma de dos», explica Acosta, que insiste en la necesidad de establecer un censo que recoja a todas las personas con sordoceguera para prestarles el apoyo necesario en cada caso.