El presidente de Francia, François Hollande, y el de Alemania, Joachim Gauck, conmemoraron ayer el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial con una ceremonia conjunta en el pico Hartmannswillerkopf, que constituyó uno de los puntos clave de los combates de esa contienda en la región de los Vosgos.
Ese puesto de observación que domina la llanura de Alsacia, en el noreste de Francia, llegó a cambiar de bando ocho veces entre diciembre de 1914 y de 1915 y vio morir a al menos 30.000 soldados de ambos países.
Los dos mandatarios reflejaron con un apretón de manos y un largo abrazo la reconciliación y, tras una ceremonia militar, colocaron la primera piedra del que será el primer museo franco-alemán dedicado a la Gran Guerra, que abrirá sus puertas en 2017.
Voluntad
Hollande y Gauck descendieron a la cripta que alberga los restos de 12.000 soldados desconocidos y subieron también los 560 peldaños que antiguamente conducían a los soldados a la primera línea del frente y que actualmente, según destacan las autoridades turísticas locales, permiten recordar «el horror de los combates».
A los descendientes de quienes lucharon en esa batalla les corresponde «recordar el calvario» que estos atravesaron «para entender mejor la barbarie e impedir su vuelta», dijo Hollande el día en que se cumplían 100 años de la declaración de guerra de Alemania a su país.
La historia de las dos naciones, según indicó, «demuestra que la voluntad siempre puede triunfar sobre la fatalidad, y que poblaciones que son vistas como enemigas hereditarias pueden reconciliarse» con el tiempo.
«Qué otro mensaje más bello podemos entregar hoy a aquellos que se desesperan con el proceso de paz en Oriente Próximo. (...) Esta es la imagen que debemos dar a todos los pueblos que se interrogan sobre el futuro y que siguen combatiendo todavía hoy», afirmó el presidente francés.
Tanto Hollande como Gauck destacaron el rol que juegan sus naciones en la consecución de ese objetivo y en el recuerdo de «una de las épocas más terribles y sombrías» de su historia, en palabras de este último, hicieron hincapié en cómo sus dos países han aprendido a superar su «antagonismo» para complementarse.
Los dos presidentes, que almorzaron en el albergue de Molkenrain, inmortalizado por el cineasta francés François Truffaut en su película «Jules et Jim», proseguirán hoy las conmemoraciones en el acto que se celebrará en Lieja, al este de Bélgica.
Esa nueva ceremonia escenificará la reconciliación de los bandos con la presencia de decenas de mandatarios, entre la que destaca la del rey Felipe VI en representación de España, junto a los monarcas belgas.